Lo que el Censo no preguntó: La otra cara del Censo 2017

Durante los últimos años, el país ha sufrido una alta tasa de violencia contra las mujeres, la que recientemente se ha visualizado a través las noticias en constantes casos a nivel nacional, contextualizando la importancia que se le debe otorgar a la situación y a la mujer en sí misma. Sin embargo, las medidas para erradicar o disminuir la violencia están muy lejos de ser efectivas, ya que en un contexto donde las denuncias no son recibidas, los reclamos no son escuchados y los procesos dilatados están siendo influenciados por el lento manejo burocrático terminan por desincentivar cualquier tipo de participación o iniciativa ciudadana, invisibilizando la problemática y prolongándola en su silencioso y preocupante aumento de violencia hacia la mujer. Por ello, la presente editorial se enfocará en presentar el caso de la lamentable violación sufrida por una mujer durante el desarrollo del último Censo nacional que se realizó el domingo 22 de octubre, todo ello dentro del marco jurídico peruano que se le brinda al delito de la violación.

Lo que intentó esconder el INEI (Instituto Nacional Expertos en Intimidación)

El último 22 de octubre, una empadronadora del Instituto Nacional de Estadística e Informática (INEI) de 35 años de edad fue violada durante el desarrollo del censo 2017 por un sujeto de 45 años de edad en Villa El Salvador, en la zona conocida como Oasis.  Los hechos ocurridos aproximadamente a las 11:30 de la mañana, fueron denunciados en la comisaría de Pachacámac, lugar donde la Ministra de la Mujer y Población Vulnerables (MIMP) tuvo que apersonarse para el respaldo de la víctima.

Lo preocupante del caso es que se relata que no hubo presencia de ningún personal del INEI que brinde la ayuda psicológica y legal necesaria a la mujer violentada, por el contrario, se intentó esconder el hecho ocurrido ofreciéndole la suma de mil nuevos soles a un familiar de la víctima, por parte del supervisor del INEI, para que no proceda con la denuncia y la institución en mención no sea centro de juicio. No obstante, es la misma empadronadora quien alude que inclusive trabajadores del INEI intentaron hacerla responsable del delito cometido, porque no debió ingresar a la vivienda del agresor, además de mostrar más importancia por las cédulas que por su bienestar.

La indignante respuesta del hombre de 45 años fue “Si la hubiera violado, ella hubiera gritado”, toda vez que asegura que fueron relaciones sexuales consensuadas, desmintiendo la versión de haber impedido la huida de la mujer cuando este se acercó a ella. Tal versión quedó descartada luego de que el medico legista confirmó la violación, dando pie al arresto del violador que responde al nombre de Marco Antonio Luza Segundo, quien se encuentra actualmente internado en el penal Miguel Castro Castro para cumplir seis meses de prisión preventiva dictados por el Poder Judicial a consecuencia del pedido del Ministerio Público, quien solicitó inicialmente 9 meses.

“Perú, país de violadores”

Según las estadísticas mundiales, el Perú sigue ocupando el tercer lugar en violaciones sexuales luego de Bangladesh y Etiopía[1]. Sin embargo, disminuyó entre los años 2009 y 2016 la cifra de 76.9% a 68.2%, pero ello no se refleja en la realidad, donde los casos de violaciones tanto a mujeres, como a niños y niñas se ven a diario, cada uno de ellos más indignantes y reprochables que el otro.

Acorde a la Organización Mundial de la Salud (OMS), “la violencia es el uso intencional de la fuerza física, amenazas contra uno mismo, otra persona, un grupo o una comunidad que tiene como consecuencia o es muy probable que tenga como consecuencia un traumatismo, daños psicológicos, problemas de desarrollo o la muerte”[2], frente a ello, la violación sexual es una de las distintas manifestaciones de violencia, lo que además significa una vulneración a los derechos humanos,  puesto que el reconocimiento de la misma implica un conjunto de obligaciones que deben asumir los Estados[3]; las cifras alarmantes de este tipo de delitos se incrementan a diario, pero no se concibe la idea de justificarlos aludiendo a que es la propia víctima la culpable de lo que se le hizo. Situándonos en el caso de la empadronadora violada, no se le puede adjudicar la responsabilidad del acto cometido por su violador, Marco Antonio Luza Segundo, cuando se encontraba cumpliendo su labor de encuestadora, porque a todas luces la respalda un informe del médico legista y, se espera que la sentencia a dictar en unos meses, sea incuestionable por la víctima y la población.

Por otra parte, la lamentable justificación a la violencia que adujo la congresista Maritza García, quien preside la Comisión ordinaria de la Mujer y la Familia,  “sin querer queriendo”, al decir que son las propias mujeres quienes muchas veces brindan la oportunidad de ser agredidas el pasado 4 de Octubre, en un debate por el fortalecimiento de la familia, la mencionada agregó que la mujer puede desencajar a un hombre que es ‘absolutamente sano’, con frases de ‘me voy o te estoy traicionando’; Esto conlleva a realizar una serie cuestionamientos:  ¿realmente el agresor es una persona sana? O ¿la propia víctima es responsable de que se le agreda?

Muchas veces no se denuncia el mínimo índice de violencia, que puede empezar siendo psicológica y culminar con la muerte de la víctima. En un contexto donde se señala que una de cada diez mujeres en Lima y Cusco ha sufrido violencia sexual a partir de los 15 años por alguien distinto a su pareja y demostrando que, en su mayoría, los agresores suelen ser miembros de la familia o amigos[4], el respaldar al agresor no debe ser una opción.

Reflexiones Finales:

 El intento del INEI de ocultar la violación ocurrida contra la empadronadora es un hecho reprochable no solo porque fueron funcionarios de la entidad quienes ofrecieron la suma de mil soles, sino también a ello se le suma el delito consumado, el que debe de ser sancionado por las autoridades de acuerdo a las pruebas y exámenes realizados a la víctima. Asimismo, el marco jurídico otorgado al presente debe de ser el respaldo primario para la perjudicada, mas no buscar culparla, ya que el agresor no fue incitado a cometer el delito, no existe un «sin querer queriendo» en ningún caso de violencia, sino un conjunto de vulneraciones a los derechos humanos en su máxima expresión.


(*) Artículo redactado por: Ariana Paucar

(*) Fuente de imagen: La República

[1] https://peru21.pe/lima/indignante-peru-ocupa-tercer-lugar-violaciones-sexuales-nivel-mundial-78473

[2] http://www.who.int/topics/violence/es/

[3] https://www.minsa.gob.pe/portada/Especiales/2010/noviolencia/archivos/plannoviolencia/PlanContralaViolencia2.pdf

[4] https://www.minsa.gob.pe/portada/Especiales/2010/noviolencia/archivos/plannoviolencia/PlanContralaViolencia2.pdf

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