¿Qué culpa tiene Fatmagül? De la revictimización y discriminación de género contra las mujeres víctimas de violencia sexual

 

  1. El drama de Fatmagül

Fatmagül Ketenci es una hermosa joven que vive con su hermano Rahmi y su cuñada Mukkades en un pueblo costero cercano a Esmirna, Turquía. Fatmagül perdió a sus padres cuando era muy pequeña, siendo su hermano la única familia que tiene. Ella ayuda a Rahmi con el cuidado de las cabras y en la elaboración de productos lácteos para su venta en el pueblo.

Fatmagül está comprometida con Mustafá, un joven pescador que, con gran ilusión, viene construyendo la casa donde vivirán cuando se desposen. Ambos tienen muchos planes, casarse y formar una familia.

El pueblo donde viven se ha revolucionado por el matrimonio de Selim, hijo del influyente hombre de negocios Reşat Yaşaran, con su prometida Meltem Alagöz, joven de la alta sociedad e hija del empresario y político Turaner Alagöz. En la fiesta de compromiso entre Selim y Meltem, Fatmagül y Kerim Ilgaz se conocen, y este se enamora de ella a primera vista.

Esa misma noche, Selim aprovecha la ocasión para reencontrarse, y celebrar con su primo Erdoğan, y sus amigos Kerim y Vural Namli. Ebrios y drogados van a la playa, donde continuarán bebiendo. Recostados en la orilla, ven de pronto a Fatmagül, corriendo presurosamente con dirección al puerto, pues cumpliría con su promesa de ir a despedirse de Mustafá, quien partiría nuevamente con la embarcación en la que trabaja. Mientras Kerim está en estado de shock y no recordará nada, Selim, Vural y Erdoğan rodean a Fatmagül y tratan de sujetarla. Fatmagül llora, grita, se defiende; pero nadie la escucha, nadie la ayuda. Luego de algunos forcejeos, Selim, Vural y Erdoğan la inmovilizan, y la violan.

La violación sexual, de la cual es víctima Fatmagül, es el punto de inicio de toda la trama de esta novela. De hecho, la vida de Fatmagül no será la misma tras la violación. Tendrá que pasar por un largo viacrucis, lleno de injusticias y momentos difíciles. No solo soportará el rechazo de su prometido, y los cuestionamientos de una sociedad conservadora y machista, sino también el maltrato en manos del sistema policial y judicial. En las próximas líneas, ampliaremos episodios impactantes de la vida de Fatmagül que nos permitirán analizar la situación actual de las víctimas de violación sexual en el Perú, y desarrollar temas como la revictimización y discriminación de género contra las afectadas, así como la importancia de denunciar los casos de violación y el empoderamiento de la víctima.

  1. ¿La víctima es la culpable?: Revictimización y discriminación de género

La historia de Fatmagül, con algunas variables, es como la de muchas mujeres que han sido víctimas de violación sexual. Y aun cuando la novela transcurra en Turquía, una sociedad conservadora, apegada a sus tradiciones y de mentalidad patriarcal, la situación lamentablemente es la misma en el Perú. Según el Instituto Nacional de Estadística e Informática (INEI), en el 2014, se han registrado 3 690 denuncias de violencia sexual en menores de 18 años de edad; y 1 511 denuncias en mujeres de 18 y más años de edad. En comparación con el número de denuncias contabilizadas en el 2010, las cifras se han mantenido en el primer caso, mientras que en el segundo han ido en aumento[1].

Pero el daño no acaba en la violación. Además del perjuicio psicológico, las víctimas tienen que lidiar con los estereotipos y cuestionamientos de su entorno social, y la discriminación de género por parte de los operadores de justicia, generándose así una situación de revictimización en perjuicio de las agraviadas.

La revictimización o, también llamada, victimización secundaria se refiere a “la victimización que ocurre no como un resultado directo de la acción delictiva, sino a través de la respuesta de las instituciones y los individuos hacia la víctima”[2]. Es decir, este tipo de victimización consiste en la reacción de las distintas instancias sociales e instituciones, que se relacionan con la víctima después de ocurrido el delito, incluidos los medios de comunicación y el sistema familiar, infligiendo a la víctima un daño adicional.

Según el psicólogo y abogado Antonio Albarrán, “la victimización secundaria consiste en el agravamiento de la primera situación de víctima, debido a la falta de reacción por parte del medio social próximo a la víctima, y de sensibilidad en los órganos encargados del control social (policías, órganos sociales o instituciones sociales de atención de víctimas)”[3]. En esta misma línea, Elías Escaff la define como “los sufrimientos que experimenta la víctima en su paso por el sistema judicial o derivado de su interacción con el entorno”[4].

En la novela, Fatmagül no solo es víctima de Selim, Vural y Erdoğan, sus agresores, sino también víctima de la estigmatización de la sociedad en la que vive, víctima del sistema policial y víctima del Poder Judicial de su país. En Esmirna, la noticia de una presunta violación conmociona a todo el pueblo. Bajo un esquema machista y estereotipado sobre los roles de la mujer y el varón, la gente culpará a Fatmagül. “Qué más se puede esperar de una mujer que anda de noche”, “¿Por qué anda sola de noche?”, es lo que comenta el pueblo.

Cuando Mustafá se entera de lo sucedido, irá donde Fatmagül a recriminarle y preguntarle insistentemente ¿quién fue?, sin ni siquiera mostrar interés alguno por su estado anímico y psicológico tras haber sufrido una violación sexual. Lleno de ira y rencor, Mustafá no creerá la versión de Fatmagül y la rechazará, muestra de lo cual quemará la casa que con tanto esfuerzo construyó y en el que ambos planeaban formar una familia en el futuro.

Por su parte, los padres de Mustafá sentirán lástima por Fatmagül y llorarán no por ella, sino porque la honra de su hijo se ha “manchado”. “Aléjate de Mustafá, déjalo en paz y no vuelvas más. No serán el uno para el otro jamás. Te perdiste a ti misma, no le hagas lo mismo a mi hijo, no le arruines la vida”, será la respuesta que la madre de Mustafá le dará a Fatmagül frente a sus intentos de hablar con él.

Episodios como estos, no están tan alejados de la realidad. En nuestro país, la revictimización no solo se da por el entorno social de la víctima de violencia sexual, como es el caso de Fatmagül, sino peor aún por los funcionarios del sistema de administración de justicia (policías, fiscales y jueces).

Por un lado, en el Perú, el 75.3% de personas está “muy de acuerdo” o “de acuerdo” con la afirmación de que las mujeres que se visten de determinada forma se exponen a que les falten el respeto[5] y el 31.2% de peruanos hombres está “de acuerdo” con que “por lo general, las mujeres tienen la culpa de ser violadas por provocar al hombre”[6]. Estas cifras no hacen más que evidenciar que, aun cuando la sociedad rasgue sus vestiduras y rechine en contra de cualquier caso de violencia sexual, una gran de parte de la misma aún sigue justificando sus causas y legitimando una clara violación de derechos humanos. La cruda verdad es que nuestra sociedad responsabiliza a las mujeres de ser violentadas sexualmente o incluso ser violadas.

Una minifalda, un baile con un extraño, una salida por la noche. Todo escenario resulta oportuno para convertir a la víctima en la única responsable del delito: la mujer siempre tendrá la culpa. En septiembre del 2015, una joven de 20 años denunció que dos universitarios abusaron de ella tras asistir a una fiesta electrónica en Lurín. Al salir del local, los dos sujetos aprovecharon que la joven se encontraba en estado de ebriedad y le ofrecieron llevarla a su casa en San Isidro. Ella aceptó. Sin embargo, en el trayecto la trasladaron a una casa abandonada, donde la violaron[7].

Luego de que los presuntos responsables fueron puestos en libertad, las redes sociales lanzaron sus críticas, pero hacia la víctima: «La chica en parte tiene la culpa por hacerles caso», «hay mujeres dispuestas a emborracharse e ir solas con dos tipos», «¿por qué se fue con alguien que no conoce?».

Por otro lado, tenemos lo que se conoce como victimización secundaria institucionalizada, que viene a ser la revictimización que provocan las conductas inapropiadas de la policía u otro tipo de personal de la justicia penal en perjuicio de la agraviada, ocasionándole un sufrimiento adicional al que esta ha sufrido. Los actos que pueden generar dicha reacción son diversos: “promover numerosas declaraciones, emitir afirmaciones durante la toma de declaraciones que expresen dudas sobre la versión de la agraviada, responsabilizar a ésta de lo ocurrido de alguna manera, proporcionarle un trato displicente o desconsiderado, etc.”[8].

Según un informe de la Defensoría del Pueblo referente a un estudio de casos de violencia sexual contra mujeres adultas, emitido el 2011, se evidenció que si bien el 65% de víctimas solo declaró una vez, el 35% restante lo hizo hasta en 5 oportunidades. Además, se identificó que en ningún caso el Ministerio Público solicitó la “actuación de la prueba anticipada” con la finalidad de evitar una doble victimización de las agraviadas[9].

No solo eso, sino que son continuos los casos en que las víctimas padecen discriminación de género por parte de los efectivos policiales y los órganos jurisdiccionales. La Defensoría del Pueblo, el Ministerio de la Mujer y Poblaciones Vulnerables, y los abogados así lo señalan: hay autoridades que no atienden las acusaciones, usan preguntas sexistas y revictimizan a las afectadas. El que los operadores de justicia culpen a las propias víctimas de su suerte, por la forma de vestir, por el lugar en que trabajan, por su conducta, por andar solas o por la falta de cuidado de sus padres son evidentemente actos discriminatorios que terminan dificultando su acceso a la justicia y el ejercicio de sus derechos, tal como lo ha manifestado la Corte Interamericana de Derechos Humanos (CIDH)[10].

  1. La interposición de la denuncia por el delito de violación sexual como punto de quiebre

Un episodio central de la novela es cuando Fatmagül denuncia a sus violadores, Selim, Vural y Erdoğan, luego de que Kerim- quien no la violó, pero tampoco la defendió, porque estaba bajo los efectos de las drogas- contara todo lo sucedido a las autoridades policiales. Es importante este capítulo, ya que la interposición de la denuncia marcará un nuevo comienzo en la vida de Fatmagül.

Pese a que Resat Yasaran (padre de Selim) y Münir Telci (abogado de los acusados) utilizarán sus influencias y poder para ocultar el hecho de la violación e impedir que Selim, Vural y Erdoğan vayan a la cárcel, Fatmagül está más que decidida a enfrentarlos hasta el final del juicio con el apoyo de su hermano, Ebe Nine (mamá de Kerim), su abogado y Kerim.

De cara a nuestra realidad actual, a primera vista, parece un tanto ingenuo, y hasta utópico, creer que “denunciar te cambiará la vida”, como ocurrió con Fatmagül. Actualmente, existen muchos casos de mujeres que han sido víctimas de violación sexual, que hasta el día de hoy no encuentran justicia en los Tribunales y que el haber denunciado no ha cambiado ni un milímetro de sus vidas, sino por el contrario las ha colocado en una situación de completa vulnerabilidad; quien más que ellas para desacreditar tal afirmación.

Lo cierto es que la Policía Nacional del Perú, el Ministerio Público y el Poder Judicial no han venido funcionando como debe de ser, específicamente, con relación a los delitos de violencia sexual. Tal como lo hemos evidenciado en la sección anterior, la discriminación de género, la revictimización y las limitaciones a sus derechos, son algunos puntos que han dificultado la participación adecuada de las víctimas en el iter procesal y, en varios casos, han provocado situaciones de impunidad.

Según María Ysabel Cedano Garcia, directora de DEMUS, de acuerdo a estudios internacionales, “solo un 5% de las víctimas adultas de violencia sexual presenta su denuncia. El resto no lo hace por un tema de carácter sociocultural y por los problemas de impunidad que se presentan en el acceso a la justicia. (…) Lo que ocurre es que el sistema judicial no está respondiendo a las demandas de las agredidas, pues, en muchos casos, se revictimiza a la mujer al pedirle pruebas físicas del hecho”[11].

Sin embargo, y he ahí el punto al cual quiero llegar, la respuesta de las víctimas de violencia sexual frente a la deficiente actuación de nuestros operadores de justicia no debería ser el silencio, la no denuncia del delito, pues de esa manera se generaría un mayor índice de impunidad. Es el Estado el que debe dar respuesta a esta problemática mediante la implementación de políticas públicas integrales, interdisciplinarias e intergubernamentales, que permitan una acción coordinada e interinstitucional. En este contexto, resultará indispensable que nuestras autoridades, sobre todo quienes tienen el rol fundamental de administrar justicia, dejen de lado estereotipos, patrones culturales y sociales para superar la impunidad, y evitar consolidar la tolerancia social que rodean los casos de violencia sexual. De esta manera, lograremos construir un sistema de justicia en el que la denuncia del delito sea un verdadero punto de quiebre en la vida de las mujeres víctimas de violación sexual.

  1. Reflexiones finales

La problemática que se ha abordado en el presente artículo a propósito de la novela turca ¿Qué culpa tiene Fatmagül?, nos ha permitido avizorar los obstáculos que, a menudo, tienen que enfrentar las víctimas de una violación sexual que deciden acudir al sistema de justicia en busca de protección y restablecimiento de sus derechos.

Si bien al final de la novela, a pesar de todo, Fatmagül gana el juicio, con una condena de 18 años de pena privativa de la libertad contra Selim y de 21 años contra Erdogan, lo cierto es que no siempre hay un final alentador en nuestra realidad para los casos de violencia sexual. Precisamente, porque aún una gran cantidad de agraviadas no denuncian el delito por miedo al agresor, por medio a la sociedad; mientras que otro grupo sí denuncia, pero son revictimizadas por el propio sistema policial o judicial, lo cual entorpece su acceso a la justicia y el ejercicio legítimo de sus derechos.

Frente a ello, aunque todavía resulta insuficiente, el Estado ha hecho algunos avances en materia de justicia de género. Un ejemplo claro de ello ha sido la adopción del Acuerdo Plenario 1-2011/CJ-116 de la Corte Suprema, según el cual en los delitos de violación a la libertad sexual, los jueces o juezas no deben exigir que se pruebe la resistencia de la víctima, no deben valorar como prueba la conducta sexual o social anterior o posterior de la víctima, no deben considerar per se que la retractación de la denuncia es signo de que la víctima mintió al denunciar, y deben promover y fomentar su declaración única.

Ahora bien, considero que la lucha por la reivindicación de los derechos de la mujer víctima de violencia sexual no solo corre a cuenta del Estado, sino también de la agraviada. De nada servirá la mejora en el funcionamiento de la administración de justicia, si la víctima no denuncia el delito. Fatmagül fue violada por tres sujetos, rechazada por su prometido y estigmatizada por su entorno social; y pese a tener todo en contra, tuvo la fuerza y determinación para denunciar, superar sus propios miedos, enfrentar a sus agresores y continuar con su vida.


[1]Instituto Nacional de Estadística e Informática. 2016. Enlace: <https://www.inei.gob.pe/estadisticas/indice-tematico/crimes/>

[2]MIRANDA H., Mayra. Victimización secundaria en adolescentes víctimas de delitos sexuales en su paso por el sistema procesal penal en Chile: Una aproximación narrativa. Tesis para optar al grado de Magíster en Psicología. 2012.

[3]ALBARRÁN O., Antonio. Psicología Forense y Victimología. En J. Urra & B. Vásquez (Comps.), Manual de Psicología Forense. Madrid: Siglo XXI. 1993.

[4]CAPELLA, C. y MIRANDA, J. Diseño, implementación y evaluación piloto de una intervención psicoterapéutica grupal para niñas víctimas de abuso sexual. Memoria para optar al título de Psicólogo, Universidad de Chile. 2003.

[5]Instituto de Opinión Pública PUCP. Violencia contra las Mujeres y Feminicidio. Año VIII. 2013.

[6]Íbidem.

[7]La República. Estudiantes universitarios acusados de ultrajar a mujer están libres. Sociedad. 27 de Septiembre de 2015. Enlace: <http://larepublica.pe/sociedad/706360-dos-jovenes-estudiantes-acusados-de-ultrajar-joven-de-20-anos-en-casa-de-san-isidro>

[8] Defensoría del Pueblo. Violencia Sexual en el Perú: Un estudio de casos judiciales. Informe de Adjuntía 004-2011-DP/ADM. Lima. 2011.

[9] Ídem. pp. 70-71.

[10] Corte Interamericana de Derechos Humanos. Caso González y Otras (“Campo Algodonero”) vs. México, párr. 154.

[11]Perú 21. Perú ocupa el tercer lugar en casos de violación sexual en el mundo. Actualidad. 11 de octubre de 2014. Enlace: <http://peru21.pe/actualidad/peru-ocupa-tercer-lugar-casos-violacion-sexual-mundo-2200933>

Samanta Taipe Anchiraico
Miembro de la comisión de Actualidad Jurídica de la Asociación Civil Foro Académico. Alumna de 8 vo ciclo de la Facultad de Derecho de la Pontificia Universidad Católica del Perú.