Sutherland es uno de los autores que más ha incidido en la teoría del cuello blanco. El autor en su libro “Una Teoría del Cuello Blanco” explica cómo es que otras teorías podían analizar el delito atribuyéndolo a factores socioeconómicos, en donde quienes generan menores ingresos, están más propensos a delinquir. Es así que explica que la pobreza era considerada como la causa del delito, así también estos aparecen por rasgos personales, como lo son las anormalidades biológicas, inferioridad intelectual e inestabilidad emocional.
El autor, sin embargo, asume la postura de que “la respuesta es que el factor causal no es la pobreza, en el sentido de necesidad económica, sino las relaciones sociales e interpersonales, que a veces se asocian con la pobreza, otras con la riqueza y otras con ambas”[1]. De esta manera, explica Sutherland que hay delitos que no son cometidos por gente pobre. Es así que personas de un status económico alto también delinquen. A este tipo de delito se le denominará “delitos de cuello blanco”, que en buena cuenta es “un delito cometido por una persona de respetabilidad y estatus social alto en el curso de su ocupación”[2]. Así, esta nueva teoría trata de desacreditar que el delito sea realizado por factores como la pobreza y las patologías, sino, que, también, hay delitos que superan considerablemente el impacto financiero que generarían los delitos tradicionales. Por ello, “los delitos de cuello blanco traicionan la confianza y, por consiguiente, generan desconfianza; esto disminuye la moral colectiva y produce desorganización social a gran escala”[3]
Los delitos del cuello blanco se caracterizan por ser persistentes a través del tiempo, pues son muchas veces las personas que los comenten son reincidentes; la conducta ilegal, por su parte, es superior a lo que indican las investigaciones judiciales y las denuncias, esto porque los tipos penales se ven inaplicados por los plazos de prescripción dados por la ley. Además, el hombre de negocios que comete el delito, no pierde el estatus que posee entre sus pares si es que es condenado, ya que estos consideran no estar cometiendo algún delito, sino que es algo necesario para poder seguir en el ámbito de su carrera.
Otra característica atribuida a los delitos de cuello blanco es que las personas de “alto estatus” rechazan las leyes en contra de la corrupción y, por ende, al gobierno de turno que las propone, tildándolos de entrometidos y burócratas, equiparando, incluso, la promulgación de una ley como un delito.
Finalmente, los delitos de cuello blanco son deliberados y organizados, y dicha organización puede ser formal o informal. De esta manera, los delitos de cuello blanco se diferencian de los delitos comunes por el concepto que tiene el público de ellos. Los medios de comunicación juegan un rol importante en esta designación, pues a los ladrones profesionales (quienes cometen robo agravado, por ejemplo), son condenados de una manera incisiva y demoledora, mientras que a los hombres de negocios se los muestra como ciudadanos respetables, pues hay una estrecha vinculación entre ambos grupos de poder (medios de comunicación y grandes empresas). Por ese motivo es que este grupo trata de minimizar sus actos delictivos, autodenominándose como “infractores de la ley” sin que haya un cargo de conciencia en tanto reciban el respaldo de sus pares y, además, este grupo no está estereotipado como delincuente por el público. Entonces, a través de la organización que poseen como grupo es que cometen delitos: existe deliberación y, por tanto, dolo. Cabe resaltar que en algunos casos esto no sucede así, pues también existe la posibilidad de que se comenta de manera desorganizada.
Ahora bien, Sutherland menciona que la teoría de la asociación diferencial consiste en que la conducta delictiva se aprende junto con las personas que consideran tal acto de manera positiva, como los empresarios que consideran sus acciones como “infracciones a la ley”. Por ello, a través de documentos personales, difusión de prácticas ilegales, el aislamiento y la protección contra definiciones de sentido contrario muestran la existencia de asociación diferencial, pues los grupos actúan de manera conjunta para la consecución de un fin.
“La historia de corrupción” de Alfonso Quiroz[4], nos muestra que durante el gobierno de Fujimori existieron grandes redes de corrupción que se pueden explicar a través de la teoría del cuello blanco y de la teoría de la asociación diferencial de Sutherland; por ejemplo, los siguientes hechos:
- Existió un mercado exageradamente desregulado, siendo el sector privado el que perdió potencia por la llegada del comercio internacional. Es así que grupos de poder, como el Grupo Romero, se reúne con Montesinos y los militares en privado para aceptar apoyar a la candidatura de Fujimori. Luego de aceptado esto, se ve que la empresa naviera y pesquera Hayduk fue confiscada y luego absorbida por su principal acreedor, el Grupo Romero.
- Bertini, gerente del Banco Wiese, se reúne con Montesinos y es así que se crea un Decreto de Urgencia (034-99), para favorecer al banco el 25 de junio del 99, en donde finalmente se termina fusionando con el Banco Sudameris.
- Existen actos de corrupción de compañías privadas extranjeras que, por el poder económico que ostentan, logran salir limpios.
- Un ejemplo de esto es la empresa chilena Lucetti, la cual pagó 2 millones de dólares para tener sentencias judiciales favorables. No obstante ello, por los diversos problemas y controversias de la época, tuvo que cerrar en el 2003, generando conflictos entre Perú y Chile.
- El Poder Judicial también participó en este nuevo esquema del delito de cuello blanco organizado, pues con el voto comprado del Juez Beltrán, la compañía norteamericana salió vencedera del litigio.
- Un Decreto Supremo (124-4-EF), otorga beneficios fiscales a Barrick Gold Corporation.
- El Ministro Boloña realiza un plan económico que beneficia solo a un sector empresarial. La política de Boloña fue alentada por un grupo del sector privado peruano y un grupo del sector de inversionistas extranjeros.
- El ex Ministro de Economía Jorge Camet replantea la política neoliberal y vuelve a su empresa una de las 4 empresas contratistas más importantes del país.
Como vemos de esta serie de hechos -en las que faltaría espacio en este trabajo para enumerarlos todos- los ladrones son reincidentes, responden a conductas que se van repitiendo con Decretos Supremos, Decretos de Urgencia, políticas económicas que favorecen al sector en el que se desempeñan. Un claro ejemplo de que la conducta ilegal es superior a lo que indican las investigaciones es el caso del grupo de poder extranjero que salió librado de actos de corrupción por sus abogados y el poder económico que ostentaban.
Los Decretos de Urgencia y Decretos Supremos deben ser generales y abstractos, pero, como vemos, han favorecido a un determinado sector o grupo, por lo que realmente hay actos de corrupción que no han sido sancionados. El señor Romero, por ejemplo, al verse vinculado en actos de corrupción, no ha perdido su status, no ha sido descalificado, pues, hasta el día de hoy, el prestigio que posee dicho grupo, como sus gerentes y directores, no ha disminuido y su poder económico sigue creciendo en el país. Hubo desregulación, creación de nuevos Decretos, un replanteamiento de la política económica- y con ello las leyes- porque los grupos organizados sienten desprecio por la ley que les imponen y tratan de moldearla a su beneficio común. Al ver cinco o seis sucesos similares dentro de un gobierno enmarcado por la corrupción, inferimos que estas prácticas son aprendidas e interiorizadas por el grupo, considerándose “buenos en los negocios”, y no como una mala práctica. Es así que la teoría de la asociación diferencial demuestra que los delitos también son cometidos por personas con alto estatus económico, el delito no solo puede ser cometido por personas de bajo estatus socioeconómico. Vimos que la conducta es reiterativa y que producto de la competencia del mercado es que se generan este tipo de conductas aceptadas en el aislamiento- o protección contra definiciones de sentido contrario. Los funcionarios gubernamentales -Fujimori y Montesinos- no critican dichas conductas, sino más bien, las alientan, por ello este aislamiento.
En conclusión, el gobierno toma un rol pasivo en los delitos de cuello blanco porque los empresarios son amigos de miembros del gobierno (Romero-Montesinos), la actividad empresarial es muy poderosa para controlar la inflación (Decretos Supremos y Urgencia) y, finalmente, “el programa de gobierno está estrechamente relacionado con los partidos políticos y, para su éxito en las campañas, estos partidos políticos dependen de las grandes contribuciones que realizan importantes empresarios”[5] ( Romero-Montesinos en miras al apoyo en campaña presidencial). La desorganización social genera desconocimiento de la población, por lo que el delito de cuello blanco es muy complicado de entender y, por tanto, de sancionar y la casi imposible tarea de quitarles el estatus como sí sucede con el ladrón profesional.
(*) Artículo redactado por Daniel Quispe Meza.
[1] Sutherland, Edwin H. Una teoría del delito de Cuello Blanco. 1949. P.7
[2] Ob. Cit. P. 9
[3] Ob. Cit. P.13
[4] Quiroz, Alfonso W. Historia de la corrupción en el Perú. Lima: IEP; Instituto de Defensa Legal, 2013. P. 379- 386.
[5] Sutherland, Edwin H. Una teoría del delito de Cuello Blanco. 1949. P.363