Todos los seres humanos somos titulares del derecho a la salud sea cual sea el sexo, género, raza, condición socio económica, entre otros factores. En el Perú, desde hace muchos años se viene debatiendo la importancia de crear y poner en marcha una Política Nacional de Salud Intercultural, es decir, que considere las particularidades de los pueblos indígenas u originarios, a fin de asegurar el ejercicio del derecho a la salud de todos y todas las peruanas.
El pasado 01 de abril el Consejo de Ministros aprobó, luego de más de un año y medio de espera, la Política Nacional de Salud Intercultural, lo cual constituye un avance en el ejercicio del derecho a la salud de los pueblos indígenas u originarios con la aplicación de diversos enfoques transversales, como el de género y de derechos humanos, pues resulta necesario diseñar e implementar políticas públicas que tomen en cuenta de manera integral todas formas de discriminación y situaciones de opresión.
En la presente editorial, haremos un breve repaso del proceso que precedió a la aprobación de la Política Nacional de Salud Intercultural[1], veremos la importancia de la aplicación de diferentes enfoques transversales, y cómo el enfoque de género cobra importancia frente a un gran problema invisibilizado como es el suicidio de mujeres indígenas.
- Un breve repaso de los hechos
Fue en septiembre del año 2014 que el Ministerio de Salud y algunas organizaciones representativas de los pueblos indígenas acordaron impulsar la Política Nacional de Salud Intercultural luego de llevarse a cabo un proceso de consulta previa en dicha materia.
El proceso de consulta inició en el 2013 cumpliendo con la Ley del Derecho a la Consulta Previa a los Pueblos Indígenas u Originarios, reconocido en el convenio 169 de la Organización internacional del trabajo (OIT) y su reglamento, en los cuales se establece que el derecho a la consulta es:
“Es el derecho de los pueblos indígenas u originarios a ser consultados de forma previa sobre las medidas legislativas o administrativas que afecten directamente sus derechos colectivos, sobre su existencia física, identidad cultural, calidad de vida o desarrollo. También corresponde efectuar la consulta respecto a los planes, programas y proyectos de desarrollo nacional y regional que afecten directamente estos derechos. La consulta a la que hace referencia la presente Ley es implementada de forma obligatoria solo por el Estado.”[2]
El Ministerio de Salud, a través del Centro Nacional de Salud Intercultural (CENSI) inició dicho proceso convocando a organizaciones representantes de los pueblos indígenas: Asociación Interétnica de Desarrollo de la Selva Peruana (AIDESEP), Confederación Campesina del Perú (CCP), Confederación de Nacionalidades Amazónicas del Perú (CONAP), Confederación Nacional Agraria (CNA), Confederación Nacional de Comunidades del Perú afectadas por la Minería (CONACAMI), Organización Nacional de Mujeres Indígenas Andinas y Amazónicas del Perú (ONAMIAP), Unión Nacional de Comunidades Aymaras (UNCA), constituyéndose así como un proceso participativo, luego del cual se determinarían los alcances de la política de salud intercultural, la cual tiene como destinatarios a los pueblos indígenas.
Luego de terminado el proceso, se firmó el acuerdo antes mencionado. Así pues, se debió implementar la política diseñada de modo participativo a la brevedad, debido a la importancia y urgencia del tema y los derechos involucrados. A pesar de ello, pasó casi un año y medio para que el Consejo de Ministros aprobara dicha política, y luego de que la Defensoría del Pueblo presentaran un recurso de amparo contra la Presidencia del Consejo de Ministros y el Ministerio de Salud debido a la dilación exagerada en la emisión del Decreto Supremo que aprobó finalmente la Política de Salud Intercultural el cual tiene un carácter multisectorial.
Ahora, corresponde aplicar dicha Política pues supone un importante avance al incluir lineamientos y enfoques que guiarán un servicio de salud que dialogue e incluya las distintas realidades y formas de vidas de todas y todos los peruanos, no solo como destinatarios de dicho servicios, sino también como participantes de su diseño e implementación. Si bien antes se han creado instrumentos que perseguían el mismo objetivo, no han sido suficientes, y era urgente contar con una Política Nacional de Salud Intercultural que abarque distintos sectores, materias y enfoques.
- Sobre la interculturalidad y la salud intercultural
Corresponde ahora preguntarnos qué entendemos por interculturalidad y cuál es la importancia de poner en marcha una Política Nacional de Salud Intercultural. De acuerdo al propio texto de dicha política, la interculturalidad puede definirse como:
“(…) la habilidad para reconocer, armonizar y negociar las múltiples diferencias que existen al interior de cada sociedad. Si se comprende de esta forma, puede transformarse en un medio fundamental para inculcar valores democráticos y responsabilidad política, dentro de un sistema que busca más igualdad para todos. La interculturalidad se refiere también a la interacción comunicativa que se produce entre dos o más grupos humanos de diferente cultura, que pueden ser llamados etnias, sociedades, culturas o comunidades.”
Así pues, la interculturalidad supone el reconocimiento del “otro”. Esto implica no solo la conciencia de que existen otras formas de actuar, vivir o expresarse, de acuerdo a elementos de identidad arraigados casi siempre relacionados con el territorio, el idioma, entre otros, sino también la valoración de ese “otro” y sus expresiones, y la incorporación de lo “otro” en el quehacer propio. Esta aspiración de la interculturalidad como un eje que guíe la vida de un Estado, busca que dicho eje o enfoque penetre los aspectos y áreas en las que el individuo o la colectividad se relacionen con este Estado, sobre todo en el ámbito de la protección y ejercicio de derechos humanos. En el caso del Perú, al erigirse y reconocerse claramente como un país pluricultural, con 52 pueblos indígenas identificados[3], es indispensable e inevitable que se busque aplicar la interculturalidad en distintos ámbitos.
El ejercicio y respeto del derecho a la salud no es ajeno al enfoque de interculturalidad. Al respecto, el Convenio 169 de la Organización Internacional del Trabajo señala que: los servicios de salud deberán organizarse, en la medida de lo posible, a nivel comunitario. Estos servicios deberán planearse y administrarse en cooperación con los pueblos interesados y deberán tener en cuenta sus condiciones económicas, geográficas, sociales y culturales, así como sus métodos de prevención, prácticas curativas y medicamentos tradicionales. Así pues, en este caso, la interculturalidad se erige como la posibilidad de valorar e incluir los conocimientos, usos, costumbres y prácticas de salud de los pueblos indígenas, así como sus propios recursos “no sólo para la aceptabilidad de los sistemas de salud y para la consolidación de un sistema más equitativo y participativo, sino para lograr, además, un mundo más justo y humano.”[4]
De acuerdo a la Organización Panamericana de Salud, para trabajar en salud desde una perspectiva intercultural[5], es necesario: Una relación entre iguales, entre pares, donde se reconozca a la persona, desarrollar formas de interacción basadas en el vínculo y la expresión de afectos, generar nuevos canales de comunicación que validen al otro/otra desde sus propias categorías, y promover confianza, libertad, alegría y seguridad en sí mismos.
Es pertinente preguntarnos ¿Por qué es importante incluir un enfoque intercultural en el sistema de salud? Si bien la respuesta a dicha pregunta puede ser extensa, podemos reducirlo a la necesidad de que el desarrollo, ejercicio, garantía y protección de un derecho humano se lleve a cabo tomando en cuenta las características y diferencias de los destinatarios, tanto como individuos o como sujetos colectivos, como es el caso de los pueblos indígenas.
De acuerdo al Informe Defensorial N° 152, “la exclusión histórica que han sufrido los pueblos indígenas exige del Estado mayores esfuerzos para reducir las graves brechas que han impedido que la población indígena reciba una atención de salud con pertinencia cultural. Es tan deficitaria la atención de salud, que el 51.2 % de las comunidades nativas carece de algún tipo de establecimiento, y solo el 48.2% cuenta con estos servicios vitales, según reporta el último Censo Nacional Agropecuario.” Esta situación se debe a la situación de opresión, segregación y discriminación que han sufrido los pueblos indígenas, el cual se suma a la situación de pobreza, falta de educación, entre otras características, causadas no solo por un fuerte componente social, sino por la ausencia del Estado en el territorio donde se asientan la mayoría de dichos pueblos indígenas. Sumado a esto, la deficiente o nula atención en salud que reciben no toman en cuenta sus formas de vida, cambios y exigencias propias del territorio. Al respecto, la Defensoría del Pueblo señala que: “se ha podido identificar que los pueblos indígenas se encuentran en un proceso de acumulación epidemiológica, pues, además, de las enfermedades más recurrentes de origen infeccioso (EDA e IRA), se ha advertido el inicio de morbilidades y mortalidades relacionadas con los procesos de cambio que inciden en ellos, tales como la urbanización, la migración, la contaminación de los ríos, fuentes de agua y medio ambiente, entre otros.”[6]
(*)Artículo Redactado por Andrea Carrasco
[1] DECRETO SUPREMO Nº 016-2016-SA. Aprueban Política Nacional de Salud Intercultural. 01 de Abril del 2016. Enlace: http://busquedas.elperuano.com.pe/normaslegales/aprueban-la-politica-sectorial-de-salud-intercultural-decreto-supremo-n-016-2016-sa-1363166-6/
[2] LEY N° 29785. Ley Del Derecho A La Consulta Previa A Los Pueblos Indígenas U Originarios, Reconocido En El Convenio 169 De La Organización Internacional Del Trabajo (OIT). Enlace: http://www2.congreso.gob.pe/sicr/cendocbib/con4_uibd.nsf/277ED2C085B6361805257A5C00725796/$FILE/29785.pdf
[3] Base de Datos de Pueblos Indígenas u Originarios. Enlace: http://bdpi.cultura.gob.pe/busqueda-de-comunidades-nativas
[4] ORGANIZACIÓN PANAMERICANA DE LA SALUD. Una visión de salud intercultural para los pueblos indígenas de las Américas. D.C: OPS, 2008. Enlace: http://new.paho.org/hq/dmdocuments/2009/54-VisionSaludInterculturalPI.pdf
[5] ÍBIDEM
[6] DEFENSORÍA DEL PUEBLO. Informe Defensorial N° 152. «La defensa del derecho de los pueblos indígenas amazónicos a una salud intercultural». Lima: Defensoría del Pueblo, 2016.
Así pues, resulta importante que el enfoque intercultural se impregne en la esfera de la salud pública, pero para eso es importante resolver problemáticas como la falta de información sobre la situación de la salud de los pueblos indígenas, la inadecuada e insuficiente relación entre el sistema oficial de salud y la medicina tradicional de los pueblos indígenas, las barreras económicas para el acceso a los servicios de salud de los pueblos indígenas, entre otros. Sobre todo cuando ha predominado un sistema de salud oficial alineado con la ciencia y tecnología, alejada de los saberes y conocimientos de los pueblos indígenas.
3. La importancia de un enfoque interseccional: El suicidio de mujeres Awajún
Hasta ahora hemos visto la importancia de establecer un sistema o política de salud con enfoque intercultural y cómo la reciente aprobación de la Política Nacional de Salud Intercultural colabora a dicha labor. Es importante incluir también en la discusión otro enfoque que cobra importancia en el contexto actual, que se alimenta y aporta al enfoque intercultural: el de género.
Existe un caso que nos muestra la importancia del enfoque intercultural y de género en el sistema de salud, no solo para visibilizar la problemática actual, sino también para generar soluciones. Este es el caso del creciente número de suicidios de mujeres pertenecientes al pueblo indígena awajún. De acuerdo a un Informe de UNICEF[7], en las últimas décadas el número de suicidios o intentos de suicidios ha aumentado, especialmente entre las mujeres adolescentes y jóvenes Awajún de la Cuenca del Río Cenepa. Así pues, entre el 2001 y 2007, la Red de Salud Bagua reportó 69 pacientes Awajún de Bagua y Condorcanqui que se quitaron la vida o intentaron hacerlo, siendo que 62 eran mujeres y solo 7 hombres.[8]
De acuerdo a diversos especialistas, el suicidio siempre ha estado presente en la cultura awajún. En la investigación de UNICEF antes mencionada, se afirma que:
“El equipo encargado de este sondeo sobre casos de suicidio o intento de suicidio continuado entre los miembros del pueblo Awajún estima que si algún factor común puede deducirse del total de los casos descritos por la bibliografía o aportados por los informantes durante el trabajo de campo, es una previa conmoción emocional que pone de manifiesto estados de ánimo que son peculiares del pueblo Awajún; estados de ánimo definidos culturalmente y por tanto, heredados por el individuo. Son expresivos de las ideas culturales que los awajún tienen de los estados internos, de cómo, por qué y dónde es que se siente. Esos estados de ánimo al manifestarse en actos, en virtud de un determinado estado de cosas perturbadoras, emiten mensajes que son significativos para este pueblo más allá de lo individual y lo subjetivo. Conocer esos factores y las características de los estados de ánimo peculiares de las personas del pueblo Awajún es una tarea que no se puede afrontar sino desde adentro.”
Así pues, para entender el problema del suicidio en la cultura awajún no solo es necesario aplicar el enfoque intercultural, sino también el de género pues existe una gran diferencia entre el número de casos de suicidios e intentos de suicidios entre hombres y mujeres. Aquí el enfoque de género ayudará a entender por qué existe tal diferencia y a que se debe, desde un análisis diferenciado de los roles que hombres y mujeres cumplen dentro de sus comunidad o en sus relaciones interpersonales.
De acuerdo a diversas fuentes que han estudiado el tema en la actualidad, la causa de esta diferencia reside en la falta de recursos económicos, violencia de género, abandono, falta de acceso a educación, entre otros factores que impactan de manera diferenciada, y sobre todo, a las mujeres. Se ha determinado que la forma más recurrente de suicidarse es con la ingesta de veneno o plantas venenosas como el barbasco, y que la edad promedio de las mujeres que recurren al suicidio es de 18 años[9].
Es cierto que desde el 2006, el CENSI cuenta con una “Norma técnica de transversalización de los enfoques de derechos humanos, equidad de género e interculturalidad en salud”, poco se ha hecho por incorporar dicho enfoque en el problema del suicidio awajún, sobre todo porque existe poca información recogida y cifras oficiales que presenten el panorama completo de la problemática.
El suicidio es un asunto de salud pública, visto como una posible afectación a la salud mental de las personas, así como interpela al servicio de salud frente a la atención de las personas que han cometido suicidio como afectación a la salud física y a la vida. Es en ambos casos en los cuales se requiere la aplicación de un enfoque interseccional, pero sobre todo en el caso de la afectación a la salud mental, la relacionada con las causas del suicidio, en el que deberá considerarse el análisis desde una perspectiva de género.
De acuerdo al literal c) del artículo 3 de la Ley 28983, Ley de Igualdad de Oportunidades entre mujeres y hombres, uno de los principios básicos para la igualdad de oportunidades entre mujeres y hombres es el respeto a la realidad pluricultural, multilingüe y multiétnica, promoviendo la inclusión social, la interculturalidad, el diálogo e intercambio en condiciones de equidad, democracia y enriquecimiento mutuo. Asimismo, de acuerdo a la Observación General N° 14 Comité de Derechos Sociales, Económicos y Culturales: “para suprimir la discriminación contra la mujer es preciso elaborar y aplicar una amplia estrategia nacional con miras a la promoción del derecho a la salud de la mujer a lo largo de toda su vida. Esa estrategia debe prever en particular las intervenciones con miras a la prevención y el tratamiento de las enfermedades que afectan a la mujer, así como políticas encaminadas a proporcionar a la mujer acceso a una gama completa de atenciones de la salud de alta calidad y al alcance de ella, incluidos los servicios en materia sexual y reproductiva. Un objetivo importante deberá consistir en la reducción de los riesgos que afectan a la salud de la mujer, en particular la reducción de las tasas de mortalidad materna y la protección de la mujer contra la violencia en el hogar. El ejercicio del derecho de la mujer a la salud requiere que se supriman todas las barreras que se oponen al acceso de la mujer a los servicios de salud, educación e información, en particular en la esfera de la salud sexual y reproductiva. También es importante adoptar medidas preventivas, promocionales y correctivas para proteger a la mujer contra las prácticas y normas culturales tradicionales perniciosas que le deniegan sus derechos genésicos”.
El enfoque de género aplicado al sistema de salud y al ejercicio de dicho derecho supone un desafío, aún o más grande que la aplicación del enfoque intercultural. Esto debido a que la cultura, sus manifestaciones, las formas de vida, suponen características visibles. Por el contrario, las diferencias sociales, económicas y culturalmente construidas entre hombres y mujeres, así como la violencia basada en el género, no siempre se manifiestan de manera latente, incluso muchas situaciones son invisibilizadas o naturalizadas. Supone un gran desafío implementar dicho enfoque, en conjunto con el interculturalidad, de derechos humanos, entre otros, para solucionar el problema de suicidio de mujeres awajún, para entender sus causas y poder pensar en soluciones. Supone una tarea complicada pero que empieza a dar ser apropiada por más sujetos.
4. Reflexión finales
Así pues, en esta editorial hemos presentado a grandes rasgos la situación de la política intercultural indígena en materia de salud. Como parte de la aprobación de la Política Nacional de Salud Intercultural, se debe crear una Comisión Multisectorial de Naturaleza Permanente encargada de emitir el informe técnico que contenga el Plan Sectorial de Salud Intercultural 2016-2021, así como realizar el seguimiento de la implementación de la Política Sectorial de Salud Intercultural y formular los mecanismos para su efectivo cumplimiento. Dicha comisión estará conformada por representantes de 8 ministerios, lo cual representa un trabajo multisectorial e interdisciplinario, pues el enfoque de interculturalidad debe penetrar no solo al sector salud, sino a todos aquellos que estén relacionados con el ejercicio y protección de derechos humanos.
Es a través de un enfoque intercultural de la salud que lograremos convivencia y respeto por todas las formas de vida y sus manifestaciones. Pero, tal enfoque no debe reducirse a una forma aislada de ver el problema o desde el cual ver la situación o problemática. Lo “intercultural” debe penetrar todos y cada uno de los elementos, actores, fases, procesos y resultados en la aplicación de dicha política, con un enfoque y vivencia interseccional, incluyendo al género, los derechos humanos, de inclusión sociales, entre otros.
No podemos negar que existen grandes brechas en salud, condiciones de vida, aseguramiento universal, y cobertura de servicios básicos en las zonas habitadas por los pueblos indígenas, las cuales pueden acortarse e incluso eliminarse de aplicarse exitosa y adecuadamente la política bajo análisis. Es por eso que no debe ser vista como una mera obligación que debe ser cumplida, sino más bien como un compromiso del Estado por asegurar que todas y todos los ciudadanos hagamos ejercicio efectivo de nuestros derechos en equidad de condiciones, y tomando en cuenta, cada una de las condiciones de acuerdo a cada grupo. Si bien la aplicación de una Política Nacional de Salud Intercultural le corresponde al Estado, su éxito depende también de la participación de los y las ciudadanas, no solo de quienes pertenecen a los pueblos indígenas u originarios, a fin de promover la convivencia con empatía, sensibilidad cultural y respeto.
[7] TUESTA, Irma et.al. «Perú: oportunidad para los niños y el suicidio continuado de jóvenes de la Nación Awajún en el noroeste peruano». En: Suicidio adolescente en pueblos indígenas. Tres estudios de casos. Lima: Unicef, 2012. pp. 26 – 110.
[8] ÍBIDEM
[9] Al respecto, el estudio más reciente es el impulsado por UNICEF en el año 2012, previamente citado. Asimismo se consultó el texto “El intento de suicidio de las mujeres awajun desde sus contextos internos” de Guillermo Guevara, “Mujeres Indígenas, Juego Político Y Tránsito: Entre el Cliché, la Resistencia y los Nuevos Espacios Sociales” de Luisa Abad Gonzáles, entre otros.