Cada 5 de septiembre, desde el año 1983, en el Perú se celebra el día de la mujer indígena, y si bien estamos en una sociedad que muestra orgullo por su cultura, aún mantiene cierta dejadez al visibilizar la problemática en que la mujer indígena convive. Esta conmemoración se da en alusión a Bartola Sisa, una valiente mujer indígena que luchó contra la opresión de los conquistadores en la época colonial y así como ella, actualmente, existen miles de mujeres en nuestro país quienes no cesan de luchar contra la injusticia y la discriminación, sea del Estado o de la misma población.
La importancia y visibilidad de los pueblos indígenas en nuestro país ha ido decayendo a través de los años. Si bien algunos pueblos fueron puntos centrales para la extracción de recursos y materias primas, siempre existió la disputa del manejo de lotes (privatización) con el Estado incluso hasta el día de hoy, lo que hizo más álgida su interrelación. Actualmente, muchas entidades se han sumado a la lucha contra la invisibilización de los pueblos indígenas y, más precisamente, contra su problemática. Por ello, la presente editorial busca resaltar el rol de la mujer indígena en el proceso de titulación de sus territorios, en un contexto donde la lucha por el reconocimiento de sus derechos es una constante.
Gobernanza y tenencia de las tierras
La gobernanza es un término relacionado a la toma de decisiones de individuos, colectivos o las partes interesadas con o sin poder de influencia[1]; la tenencia, en cambio, se refiere a todo el conjunto de normas formales, leyes y políticas consuetudinarias que detallan cómo es que los individuos o colectivos tienen derecho a la propiedad de la tierra, a su acceso, uso, toma de decisiones y a su transferencia en las modalidades de venta, hipoteca o herencia. “Los sistemas de tenencia de la tierra determinan quién puede usar qué recursos, durante cuánto tiempo y bajo qué circunstancias”[2].
La tenencia en el Perú puede ser de dos tipos: individual o colectiva. En el primer caso, se asigna a una persona el derecho de propiedad con carácter exclusivo; en el segundo, se asigna a la comunidad el derecho de propiedad, siendo su titulación colectiva.
¿Por qué es importante la mención de estos términos? Su relevancia recae en que, a raíz de la débil gobernanza en algunas zonas, se desatan conflictos entre los interesados toda vez que de por medio se encuentra el acceso a la tierra y su uso. La débil gobernanza excluye a las personas que se encuentran en situación de pobreza con respecto a la decisión de la tenencia de la tierra provocando que se incremente la vulnerabilidad de su población, reforzando su discriminación y promoviendo la sobreexplotación de los recursos naturales.
Asimismo, existe una diferencia en la concepción acerca de tierra y territorio. Por un lado, cuando se habla de tierra, se refiere al derecho de propiedad, o posesión de una persona o pueblo indígena sobre el terreno donde vive; por otro lado, territorio es reconocer la totalidad del espacio que ocupa o utiliza, incluyendo la tierra, sus recursos naturales y la relación que mantiene con esta desde tiempos atrás. De igual forma, ambos términos son englobados por el derecho a la autodeterminación, reconocido por el Convenio 169 de la OIT mediante Declaración de las Naciones Unidas sobre los Derechos de los Pueblos Indígenas, que reconoce el derecho a la elección libre de su forma de gobierno y desarrollo económico, social y cultural. Nuestro país también lo ha reconocido desde el Tribunal Constitucional; sin embargo, no define claramente su contenido.
El camino hacia su visibilidad y el proyecto PTRT3
En un contexto donde la costumbre cumple un rol fundamental para los pueblos indígenas, es válido mencionar la desigualdad entre hombres y mujeres producto de esta realidad dentro de este entorno. Los roles de género aún persisten en las poblaciones indígenas, donde el puesto de “jefe de familia” lo ocupa el hombre; y el de “ama de casa”, la mujer. Esta distinción nace de la idea de que la mujer es incapaz de producir en igual o mayor cantidad que el hombre, por tanto, su acceso a la tierra está condicionada a que estén casadas, tengan pareja o hijos. Todo ello, trae consigo que no sea partícipe o no se considere lo que dice en la toma de decisiones; también les otorga menos oportunidad de obtener parcelas comunitarias o, si es que lo logran, dichas tierras son de menos calidad y tamaño, junto a la restricción del uso de servicios.
Revalorizar la labor de Bartola Sisa, es considerar que esta realidad debe cambiar. Como se mencionó inicialmente, la lucha para que las mujeres indígenas sean tomadas en cuenta cuando se decide sobre sus territorios y usos de los mismos es más constante hoy en día, ya que buscan salir de la burbuja de roles impuestos por la costumbre, en donde se considera al hombre como el único que puede aportar positivamente al hogar, dejando de lado a la mujer; y hoy son parte de un empoderamiento que no solo hace que intercalen labores del mantenimiento del hogar, sino que además son pilares de preservación de su cultura, inculcando sus costumbres a mujeres indígenas generación tras generación.
Volviendo al tema de titulación, existe un proyecto financiado por el Banco Interamericano de Desarrollo (BID), donde se otorgará un préstamo de 40 millones de dólares americanos para el proceso de titulación rural que se inició en la década de los noventa a través del Proyecto Especial de Registro y Titulación PTRT1 y luego, PTRT2, esperando concretizarse a través del PTRT3 a fin de formalizar la situación[3]. El proyecto se presenta integrador, ya que se trabajará por y para la poblaciones indígenas, inclusive se habla de una ‘integración de las mujeres’ donde se buscará la equidad entre hombres y mujeres. Sin embargo, se cuenta con una legislación inespecífica con respecto a dichas aspiraciones, dado que las iniciativas estatales no reflejan el vínculo que mantiene la mujer indígena con la tierra, por lo que no son aplicables íntegramente.
La participación de la mujer en la toma de decisiones está siendo más constante al día de hoy, sobre todo, cuando se refieren a las tierras, pues hay casos donde no son explotadas para el desarrollo de actividades agrícolas o pecuarias, sino que hay directivas comunales que regulan sus usos. Dando cabida, en esa misma línea, a un tipo de discriminación por medio de la cantidad y/o calidad de las tierras repartidas entre la misma comunidad.
Cabe resaltar que AIDESEP se ha pronunciado respecto al proyecto referido, a través de un documento oficial dirigido al Ministerio de Agricultura y Riego (MINAGRI), en donde se le pide que no incentiven la destrucción de la Amazonía, pues eso es lo que el PTRT3 representa para ellos, donde se pretende formalizar 430 mil predios y solo a 100 comunidades indígenas amazónicas. Por ello, es conveniente que las autoridades respeten los derechos de los pueblos indígenas en los siguientes 9 puntos claves: que pidan la atención de solicitudes desatendidas, titulación o demarcación física de 594 comunidades ya reconocidas, ampliación de títulos, titulación territorial integral, aprobar que se establezcan 6 reservas comunales propuestas, establecer reservas territoriales propuestas, solucionar la superposición encima de territorios indígenas, y actualización de planos errados que recortan el territorio ocupado por las comunidades[4].
Reflexiones finales
El camino hacia la visibilidad de la mujer indígena debe ser la lucha de todos y todas, en aras de la preservación cultural y territorial; este papel se ha incrementado desde la perspectiva femenina, puesto que durante muchos años se creía que solo actuaba como un soporte familiar, mas no como el sustento que viene siendo en el presente. El día de la mujer indígena debería ser revalorado desde el Estado hasta el privado, este último busca ayudar a la titulación de las tierras con ayuda de las mujeres; no obstante, tiene ventajas y desventajas, puesto que implica la mayor injerencia femenina en la toma de decisiones, pero que no engloba a toda la población aledaña.
Es cierto que el país se ha distribuido según las actividades en cada región, en este caso, en la Amazonía se ha centrado la actividad extractiva, pues es rica en muchos recursos naturales, pero es la sobreexplotación la que pone en riesgo los territorios de los pueblos indígenas, donde además de ello se les ha olvidado enormemente consultarles acerca de lo que se realizará en ellos, pese a la existencia de convenios importantes que reflejarían el compromiso del Estado para con la población indígena.
Las promesas que les ha brindado el Estado respecto a sus territorios no son suficientes para la población, por ello, las mujeres indígenas han tomado la batuta para hacer notorio su pedido de igualdad, titulación y no discriminación.
(*) Artículo redactado por Ariana Paucar
(*) Fuente de imagen: ElImpulso.com
[1] ESCUDERO, Karem y PFLUCKER, Eliza. Derechos a la tierra y territorio de la mujer indígena. 2016. Consulta: 08 de agosto de 2017.
[2] ESCUDERO, Karem y PFLUCKER, Eliza. Derechos a la tierra y territorio de la mujer indígena. 2016. Consulta: 08 de agosto de 2017.
[3] Material de enseñanza de ONAMIAP: sistematización PRT3- estudio final
[4] Referencia web de AIDESEP: http://www.aidesep.org.pe/millonario-proyecto-para-titulacion-de-tierras-en-la-amazonia-atenta-contra-la-seguridad-territorial-de-comunidades-indigenas/