- Testimonios
Testimonio 1: Me encontraba en una reunión de cumpleaños con compañeros y compañeras de mi facultad, estuvimos bebiendo cerveza, bailando y divirtiéndonos. Luego de unas horas un compañero y yo, con consentimiento mutuo, nos fuimos al baño, ahí nos empezamos a besar y acariciar para que posteriormente, pueda darse un encuentro sexual. Yo me encontraba dándole la espalda a la puerta y él, estaba mirando en la dirección de la puerta, cuando de pronto, me dijo que mejor lo dejásemos allí. Estuve de acuerdo y me fui a sentar. Dos días más tarde, una amiga, que no estuvo en la fiesta, me dijo que me habían grabado en el baño teniendo un encuentro íntimo con “Javier” y quién había realizado la grabación fue el dueño de la casa, el cumpleañero. En ese momento, me quedé impertérrita, luego de dos horas pude reaccionar y me dispuse buscar al compañero. Cuando lo encontré, le pedí su teléfono, él accedió a entregármelo y me puse a revisar sus mensajes. Me di cuenta que había borrado muchas conversaciones en diferentes chats. Le pregunté ¿por qué me había grabado? y me respondió señalando que fue una broma, que no me preocupara, que se encargará de borrar el video. Eso sucedió hace más de dos años, hasta el momento no he podido vivir tranquila, me inunda la vergüenza, temo denunciar y que se burlen de mí o que los responsables tomen mayores represalias en mi contra y sigan compartiendo el video. (Testimonio de María, estudiante universitaria de la Universidad Nacional de Ingeniería, Lima).
Testimonio 2: “Estoy harta, ahora entiendo porque tantas estudiantes prefieren abandonar su carrera en vez de ir a convivir académicamente con su violador. ¿Por qué ellos, tan cobardes continúan con su vida normal?, mientras nosotras nos fregamos para siempre. La universidad me ha tratado de la peor manera, no quisiera volver de nuevo a ese lugar, es el lugar donde más insegura me siento”. Se pueden leer en estas frases la indignación de una estudiante de la Universidad Nacional del Callao luego que su compañero que la violó, no haya recibido sanción alguna por parte de la universidad. Más bien, siente que ha sido revictimizada y humillada en reiteradas ocasiones desde que realizó su denuncia.
Testimonio 3: «¿Por qué me dejaste entrar si no querías que algo sucediera?». Fueron las palabras que le dijo su agresor sexual a Hannah Price, cuando ella era estudiante de la universidad de Bristol (oeste de Inglaterra). Luego de una reunión entre compañeros/as y de haber bebido licor, se retiró para ir a su dormitorio dentro de la residencia universitaria, mientras caminaba, se le acercó un supuesto amigo a quien ella conocía desde semanas atrás. Al llegar a su dormitorio, él le pidió un vaso con agua, y por ese hecho, ella le permitió que entrara a su residencia para servirle el agua. Una vez dentro, él la obligó a ir a su habitación y con violencia la empezó a desvestir para luego asaltarla sexualmente. Esta historia ella lo narra luego de tres años de su egreso. Cuando sucedieron los hechos, ella sentía que nadie le iba a creer y más bien le iban a ser responsable por lo sucedido, por eso, decidió callar mientras continuaron sus estudios. Sin embargo, ella ha descubierto que no era la única persona que ha sufrido este tipo de agresión y que los asaltos sexuales en los campus universitarios son más comunes de los que las cifras oficiales sugieren.
- Violencia normalizada
Estos testimonios solo son la punta del iceberg de una realidad tan precaria en derechos humanos. Donde las mayores víctimas son las estudiantes universitarias, que no solo deben lidiar con ingresar a un terreno altamente competitivo y con brechas de desigualdad evidente, sino, también, con las agresiones sexuales recurrentes. Estas agresiones que han formado parte de una cultura machista y misógina, que han tratado con normalidad esta forma y otras de violencia hacia la mujer. No importa a qué cultura el hombre pueda pertenecer, siempre se ha creído con el derecho de someterla, minimizarla y vulnerarla. Simón de Beauvor, en su obra el “Segundo Sexo”, señala que a lo largo de la historia, los hombres han tratado a la mujer como el “Otro”, como el esclavo que debe servir a su amo. Son ellos quienes se han encargado de construir las reglas y normas de conducta para la mujer, y que a ellas solo le corresponde, cumplirlo a cabalidad, sino serán juzgadas y vilipendiadas por los mismos hombres que la construyeron con el fin de someterlas. No obstante, no son los únicos que las violentan, existen también algunas mujeres que sienten apego por el patriarcado porque no conocen alguna forma de independencia o libertad.
Diferentes instituciones y organismos internacionales (CEDAW, Belén do pará, INMUJERES, UNESCO, ONU mujeres, etc.) se han manifestado para erradicar las diversas formas de violencia contra las mujeres, tales como el acoso, el hostigamiento sexual entre otros, pero ¿por qué se siguen persistiendo pese a que existen normativas que sancionan dichas formas de violencia?, y más preocupante aun es que ocurren en lugares donde se encuentran las personas supuestamente “más educadas” de la sociedad, como son las universidades. Entonces, ¿a qué se debe que dichos espacios no son seguros para las y los estudiantes?, aunque diversas investigaciones han demostrado que quienes sufren mayores casos de violencia sexual, incluso en la universidad son las mujeres (MIMP, 2012; DP, 2018; Acevedo, 2020).
Por lo visto, la universidad no escapa de ser un nicho de violencia y ello debido a que ésta se encuentra naturalizada de manera general. Bourdieu lo denominó “violencia simbólica”, ya que busca enmascarar privilegios de los sujetos que someten a otros. Es una violencia implícita, que consiste en no dejar pensar de manera libre a la mujer, busca no otorgarle su libertad o independencia. Para ello recurren a diversas justificaciones por ejemplo, señalar que los hombres son más inteligentes y que por ello deben acceder a diversos cargos, pues solo ellos pueden asumir dichas responsabilidades. No obstante, también existen mujeres que pueden ocupar un cargo, ya sea decana, vicerrectora o rectora, pero tampoco hacen mucho o nada al respecto para cambiar la ignorancia cultivada en la que se desenvuelve. Siendo así, que sí conoce de un caso de agresión sexual a una estudiante, incluso proteja al agresor, minimizando su conducta agresora o dilatando cualquier proceso con la finalidad que la víctima desista en su denuncia.
- ¿La universidad tiene mecanismos para contrarrestar la violencia sexual?
Ese statu quo al que las autoridades universitarias están acostumbradas, debe romperse. ¿Cuántas víctimas más se requieren para que las autoridades tomen cartas en el asunto?, muchos gremios estudiantiles se empiezan a organizar[1] y a levantar su voz en señal de protesta, ya están cansadas y cansados de que sus pedidos sean minimizados y silenciados, a través de represalias que reciben de las autoridades universitarias e incluso de algunas acciones legales por parte de los agresores, para que desistan de la denuncia. Muchos colectivos universitarios no solo piden sanciones ejemplares hacia los asaltantes sexuales, sino, buscan que se implanten políticas educativas con enfoque de género y derechos humanos dentro de la universidad.
Entonces, es común preguntarse ¿cuáles son los mecanismos de actuación de las universidades cuando se denuncian diversos casos de agresión sexual, solo por mencionar algunos, acoso, hostigamiento, sextorsión, chantaje, violación, etc.? Sus protocolos de actuación, se ¿desarrollaron acorde a su realidad educativa o solo son calcos y copias de la normativa general?[2] Es importante que existan procedimientos claros, a través de sus reglamentos que sancionen las conductas típicas y prevengan la conducta antijurídica. La universidad, no solo debe escudarse en que existe un código penal que sancione dichas conductas, sino debe entender que su deber también está en educar sobre dichos temas.
Es necesario e imperativo que se deje de lado esa “ignorancia cultivada” que ha causado comodidad para algunos (sobre todo los que ostentan el poder) y desgracia a otras. Es necesario que quienes asuman la dirección de sus casas de estudio, busquen desarrollar políticas educativas que generen equidad entre los miembros de la comunidad universitaria. No se debe permitir que quienes asuman un cargo como autoridades académicas, se eximan de responsabilidad cada vez que existen asaltos sexuales durante su gestión. Por lo que debemos preguntarnos, si dicha violencia se pudo evitar y ¿cómo se lograría hacerlo? Considero que de manera inicial es sensibilizando y capacitando a los miembros de la comunidad sobre derechos humanos, velando por la salud mental de cada estamento, con respuestas claras ante cualquier acto de agresión, ya sea con folletos, encuestas, videos, entre otros. En la universidad de Chile, por ejemplo, los ingresantes a dicha universidad deben realizar capacitaciones virtuales respecto al hostigamiento y acoso sexual, y equidad de género. Asimismo, las universidades chilenas, las mexicanas e incluso la Universidad Nacional San Agustín de Arequipa, tienen direcciones de género, tanto en facultades como a nivel de universidad, quienes son las encargadas de implementar políticas de género dentro de las universidades. Por lo que si se quiere hacer algo, debe empezar por decisiones políticas, de lo contrario, casos como los descritos al inicio, seguirán siendo una situación común dentro de las universidades.
Bibliografía:
Acevedo, E. (2020). Implementación y gestión de un programa de prevención contra el hostigamiento sexual en la Universidad Nacional de Ingeniería, 2019 (Tesis de Maestría en Educación con Mención en Teorías y Gestión Educativa). Universidad de Piura. Facultad de Ciencias de la Educación. Lima, Perú.
Bourdieu P. (2000). “La dominación masculina”. Barcelona: Anagrama
De Beauvoir, S. (2021). “El segundo sexo”. Lima: Penguin Random House
Defensoría del Pueblo. (2018). Supervisión a nivel nacional sobre hostigamiento sexual en Universidades públicas y privadas licenciadas por la SUNEDU. Lima: Biblioteca Nacional del Perú.
Ministerio de la Mujer y poblaciones Vulnerables. (2012). Hostigamiento sexual en mujeres y varones universitarios, un estudio exploratorio. Lima, Biblioteca Nacional del Perú.
Organización de las Naciones Unidas (ONU). (2011). manual de legislación sobre la violencia contra la mujer. Naciones unidas, New York: Naciones Unidas.
CEDAW. La Violencia contra la Mujer. 29 de enero. Consulta: 10 de noviembre del 2019 http://archive.ipu.org/splz-e/cuenca10/cedaw_19.pdf
Autora: Elba S. Acevedo Rojas
Autora del Libro: “Hostigamiento sexual universitario. El espectador como agente de cambio”. Fondo editorial EDUNI. Docente en la Universidad Nacional de Ingeniería. Gerente general del Instituto de Asesoría, Investigación y desarrollo – INAID
[1] En la Universidad Nacional de ingeniería tenemos a los siguientes colectivos: “UNIDAS”, al colectivo “Unidos sin violencia”, “Power Woman”, “Nuestros derechos”, entre otros. Que buscan capacitarse en temas derechos humanos, género e impartiendo charlas a sus demás compañeros/as.
[2] Es preciso señalar que El reglamento de la Ley 27942 Ley de prevención y sanción contra el hostigamiento sexual, requiere diversos ajustes, dado que se creó la ley, sin una investigación (piloto) que evidencie que sus recomendaciones en realidad van a reducir o eliminar el hostigamiento sexual.