¿Cómo debemos prepararnos ante una eventual reforma laboral?

En las últimas semanas hemos sido testigos de las controversias generadas entre el Ministerio de Trabajo, el Ministerio de Economía y Finanzas, el Presidente de la República, abogados laboralistas y varios grupos de empresarios y de trabajadores, quienes han emitido sus posiciones respecto a lo que sería una inminente reforma con implicancias en los costos laborales y en la estabilidad en el empleo.

Independientemente de la perspectiva adoptada y de las modificaciones que esta reforma conllevaría a nivel nacional –la misma que, ciertamente, no depende de nosotros– la preocupación principal es también la nuestra: ¿Cómo me hago más competitivo sin depender de mi empleador ni del Estado? ¿Cómo me protejo ante un despido injustificado?

Antes de intentar dar respuesta a dichas interrogantes, recordemos lo siguiente:

Por una parte, el Ministerio de Economía y Finanzas buscaría aplicar una reforma a través de la Política Nacional de Competitividad y Productividad. Esta política estableció que uno de los objetivos prioritarios del gobierno era “crear las condiciones para un mercado laboral dinámico y competitivo para la generación de empleo formal, al adecuar el marco regulatorio para incentivar la formalización de trabajadores, además de mejorar los procesos de inspecciones de fiscalización”.[1]  Sin embargo, conforme a esta política, para poder cumplir este objetivo se necesitaría de una reforma unilateral con reducción de derechos laborales, partiendo de la premisa de que la extinción de la relación laboral y los costos de carácter no salarial son muy elevados en nuestro país.

Por otra parte, el Ministerio de Trabajo (considerando la posición del Ex Ministro de dicho sector) y los trabajadores no están dispuestos a acatar dichas medidas, ya que en realidad consideran que las mismas deberían ser sometidas a un diálogo preliminar a través del Consejo Nacional del Trabajo. Al respecto, a través de un rechazo expreso a la política impulsada por el Ministerio de Economía y Finanzas, se ha sostenido que “la competitividad y productividad del país son objetivos que se conseguirán implementando políticas públicas que promuevan la diversificación productiva, una descentralización estratégica, el desarrollo tecnológico empresarial, la capacitación y formación permanente de los trabajadores y trabajadoras, el acceso a nuevos mercados y la formación de encadenamientos productivos, entre otras medidas. Pero no reduciendo derechos laborales y afectando la calidad de vida de los trabajadores y trabajadoras”.[2]

Ciertamente, la disminución de derechos laborales no nos hará más competitivos. La competitividad dependerá de varios de los factores indicados precedentemente, pero en forma principal de lo que nosotros mismos podamos desarrollar desde nuestros lugares. Recordemos que las empresas crecen gracias a su capital humano, y si no se cuenta con trabajadores verdaderamente preparados para dicho objetivo, es muy probable que no se obtengan resultados positivos.

Por ello, es fundamental que desde nuestras posiciones trabajemos por desarrollarnos en el aspecto laboral o profesional, tomando en cuenta estos dos puntos:

 

  • Todos debemos capacitarnos y actualizarnos en habilidades técnicas, específicamente en aquellas vinculadas a las nuevas tecnologías. Ya sea que tengamos una profesión, un oficio o realicemos una actividad económica específica, debemos ser conscientes de que nos encontramos en un mundo cambiante, globalizado y lleno de perspectivas distintas. Por ende, asumir que los estudios realizados años atrás son suficientes para tener éxito en el mundo laboral de hoy es una idea equivocada, siendo que lo que actualmente se valora es la capacidad de reinventarse, trabajar en nuevas ideas, desarrollar proyectos con nuevas habilidades, adquirir mayores conocimientos y ponerlos en práctica. Consideremos las razones por las cuales un empleador –razonable– opta por desvincular a un trabajador: ¿No es acaso por su falta de actualización técnica y por los pocos resultados que ofrece para su empresa? Si somos capaces de entender esta situación, en lugar de sólo preocuparnos por la nueva indemnización que traerá la reforma laboral, o por cuánto dinero obtendré de mi empleador, podríamos centrarnos en prevenir e identificar cuánto podemos aportar a la empresa a través de capacitaciones propias. Tengamos siempre presente que, ahora más que nunca, el hecho de “no actualizarse es la muerte de cualquier profesional”.[3]

 

  • Todos debemos desarrollar las habilidades blandas típicas de los trabajadores del futuro. Las habilidades blandas que –desde ya– son esenciales para poder tener éxito en una posición determinada, son la capacidad de innovación, de análisis, de adaptación al cambio, la creatividad y la empatía[4]. Como se puede apreciar, tenemos que pensar en desarrollar competencias que no puedan ser sustituidas por máquinas, y que permitan solucionar problemas complejos a través del criterio, de la experiencia y del contacto social. De esta manera, estaremos mejor protegidos ante ceses colectivos por motivos tecnológicos, sin perjuicio de los despidos individuales que podrían producirse por no aportar a la empresa con la velocidad que el mundo actual requiere.

 

  • Debemos tener en cuenta que la extinción de la relación laboral es una nueva oportunidad de crecimiento y desarrollo. Muchas veces cuestionamos el hecho de haber sido despedidos o desvinculados por las empresas, cuando se nos manifiesta que estamos desfasados y esta situación es acreditada por nuestros jefes. Sin embargo, debemos ser conscientes de que en estos contextos, nosotros mismos tenemos un grado de responsabilidad por lo sucedido. ¿Cuándo fue la última vez que me capacité, siendo consciente de que ello podría impactar positivamente en mi carrera? Existen muchísimos casos en los que los trabajadores prefieren adherirse a sus puestos de trabajo, alegando estabilidad laboral, pero sin realizar mayores aportes a la empresa. La relación laboral es una relación de dos partes, en donde debería existir un soporte mutuo de trabajo productivo a cambio de remuneración. En efecto, si el empleador ha extinguido el contrato laboral acreditando y evidenciando mi baja productividad, es probable que haya algo que no esté siendo correctamente realizado. En estos contextos de desempleo, corresponde trabajar en un autoanálisis para identificar en qué competencias debería mejorar, en lugar de dedicarnos a pedir indemnizaciones.

 

De lo expuesto, es fundamental que no esperemos a que el Estado o el empresariado realicen algo por nosotros, sino que debemos esforzarnos constantemente por trabajar en nuestro desarrollo personal, laboral y profesional. Después de todo, independientemente de los resultados de la reforma laboral o de los intereses de gobernantes de turno, los conocimientos, ideas y experiencia que podemos aportar a la economía serán nuestro único mecanismo de protección contra el desempleo.


Fuente de imagen (*): gob.pe

Referencias

[1]Propuesta de la Política Nacional de Competitividad y Productividad del Perú (2018).

[2]Carta abierta al Presidente de la República y a la Opinión Pública: El objetivo de la competitividad y productividad del país no debe afectar derechos laborales (2018). Obtenido de https://wilfredosanguineti.wordpress.com/2018/12/01/la-arbitrariedad-nos-hara-mas-competitivos/

[3]Frase de Inés Temple en Revista Semana Económica (24.12.18).

[4]FERNÁNDEZ BRIGNONI, H. “El Derecho del Trabajo y la llamada ‘Economía Disruptiva’.” En: Revista Derecho Laboral. Montevideo: 2016, Tomo LIX, N° 261.

Andrea Vera Pérez
Abogada laboralista por la Pontificia Universidad Católica del Perú y Magíster en Dirección Estratégica del Factor Humano por la Universidad Peruana de Ciencias Aplicadas. Ha realizado estudios de postgrado en Derecho del Trabajo y en Recursos Humanos en la Pontificia Universidad Católica del Perú y en la Universidad de Sevilla. Actualmente, es Gerente de People Advisory Services en EY.