Reflexión de la obra “Ha llegado un inspector”

Aún sigue en cartelera del Teatro Británico una obra famosísima del dramaturgo John Boyton Priestley llamada “Ha llegado un inspector”, con un elenco de excelentes actores. La historia transcurre en la casa de la familia Birling, donde se celebraba el compromiso de la señorita Sheila Birling y Gerald Croft hasta que fue interrumpido por la llegada de un misterioso inspector. Las preguntas sobre la muerte de una joven revelan las verdades sobre los cimientos y creencias de la próspera familia Birling. 

Priestley hizo de esta obra una de género de suspenso, con lo que logró que el espectador quede atrapado e inmerso en resolver quién fue el verdadero responsable de la muerte de Eva; y, a la vez, la obra nos otorgó una mirada crítica sobre el egoísmo social de la época. Con ayuda del inspector Goole, quien ayudó a la concatenación de hechos y la reunión de piezas de un rompecabezas, comienza el reproche entre los miembros y la carga de conciencia de la familia adinerada. 

Es importante destacar que la historia se centra en una joven mujer de ojos oscuros y víctima de desafortunados acontecimientos, por los que opta por suicidarse bebiendo un desinfectante. Aquí es importante detenerse, pues es relevante tener en cuenta que la obra se desarrolla a comienzos del siglo XX de la sociedad inglesa cuando los derechos de la mujer aún no se encontraban arraigados como tal, una sociedad caracterizada por ser desigual y discriminatoria. 

Lo que nos regaló esta obra es narrar las diferentes facetas y etapas por las que pasó Eva, las cuales reflejan, de esta forma, lo duro que fue para una mujer pobre, asalariada y embarazada sobrevivir en una sociedad predominantemente elitista, egoísta y machista. Como parte de ello, en la obra, se aprecia cómo Eva cambió en reiteradas ocasiones su nombre y apellido cada vez que le pasaba algo fatal, lo que deja entrever que, para comenzar de nuevo y ganarse la vida, la mujer debía tener otra identidad.

El primer interrogatorio se tornó en base a los derechos laborales de Eva. Ella reclamaba un aumento salarial tanto para ella como para sus compañeras de trabajo; sin embargo, este fue desestimado por el patriarca de la familia Birling. Todo ello terminó en un despido. 

El segundo interrogatorio se centró en la diferencia de clases. En este, Eva fue despedida nuevamente, pero esta vez por ser víctima de celos de una mujer de clase alta. Eva no pudo insertarse nuevamente por ser pobre y debido a las influencias de los grupos sociales más altos. 

El tercer interrogatorio dio cuenta del amor no correspondido hacia Eva al estar sumida en la pobreza. Con quien Eva mantenía un romance no podía entablar una relación formal con ella por la diferencia de clases socioeconómicas a la que pertenecían y el revuelo que iba a causar por pertenecer a una de las familias más adineradas de Inglaterra, por lo que Eva era su amante. 

El cuarto interrogatorio fue uno de los más crueles al ser el reflejo de la poca solidaridad que tuvo una sociedad benéfica que se encargaba de brindar ayuda a las mujeres en situación de pobreza. Eva es rechazada por hacerse pasar por una familia adinerada, lo que generó el repudio de la familia inglesa, que finalmente la dejó a su suerte a pesar de encontrarse embarazada.

Y el último interrogatorio reflejó la cosificación de la mujer. Eva queda embarazada a raíz del abuso por parte de un hombre violento y beodo, y queda sin la protección de nadie, ya que el padre comenzó a robar, lo que disgustó a la mujer y motivo por el que se retira para pedir ayuda. 

La obra es fantástica porque, además de tener un ánimo de injusticia, provoca congoja por la rendición de algunos personajes, que terminaron aceptando la culpabilidad del fatal desenlace, aunque unos más que otros. La situación de la mujer refleja una discriminación interseccional, dando la apariencia de una opresión por la sociedad, creada a partir de prejuicios y barreras que impiden su crecimiento, y que está fuera del control de la mujer. La finalidad de la obra es entrever las deficiencias como sociedad y cómo ellas terminan perjudicando a otros. Desde una perspectiva legal, debería ser inconcebible que este problema forme parte de una sociedad contemporánea, ya que la Convention on the Elimination of All Forms of Discrimination Against Women (CEDAW) prohíbe todas las diferentes formas de discriminación hacia la mujer [1] y obliga a los Estados parte a crear mecanismos de protección y el fomento del respeto, la protección y cumplimiento de los derechos de las mujeres [2]. Y, aterrizando a nivel latinoamericano, las diferentes entidades deben apuntar a mejorar la calidad de vida y brindar seguridad [3] para reducir las tasas de feminicidio y violencia contra la mujer.


[1] Art.2 CEDAW.- “Los Estados Partes condenan la discriminación contra la mujer en todas sus formas”

[2] Art.2b CEDAW: “Adoptar medidas adecuadas, legislativas y de otro carácter, con las sanciones correspondientes, que prohíban toda discriminación contra la mujer”

[3] Art.7 Belem Do Pará: “Los Estados Partes condenan todas las formas de violencia contra la mujer y convienen en adoptar, por todos los medios apropiados y sin dilaciones, políticas orientadas a prevenir, sancionar y erradicar dicha violencia(…)”