Si me pidieran que identifique el principal tema del Derecho Tributario yo respondería que éste es de tipo “no tributario”. Lo más importante del tributo es su trascendencia, es decir su utilidad para la sociedad. ¿El tributo sirve para vivir mejor? Este tema se agudiza si advertimos la paradoja que seguidamente pasamos a explicar. Resulta que en los últimos tiempos los ingresos tributarios vienen llegando a niveles nunca vistos. De modo paralelo se incrementan los problemas de salud pública, seguridad ciudadana, etc. Aun cuando sobre el particular estamos reflexionando respecto del caso peruano, necesario es advertir que las ideas aquí presentes pueden ser replicadas en América Latina.
Desde el punto de vista académico conviene resaltar que uno de las características de las finanzas públicas es la íntima vinculación que existe entre el ingreso y gasto. Esta vinculación es ontológica, cualitativa y cuantitativa. La ontología tiene que ver con las reflexiones sobre el ser de las cosas. En este sentido el ingreso público encuentra su razón de ser en el gasto público y viceversa. Por otra parte, con relación al aspecto cualitativo, se tiene que a mayor ingreso público entonces mejor debe ser la calidad del gasto público. Por último, en lo que respecta a la perspectiva cuantitativa, es claro que a mayor ingreso público el gasto debe tener mayor cobertura.
En el Perú de los últimos tiempos se advierte una falta de correspondencia entre el mejoramiento del ingreso tributario y el incremento de la calidad del gasto público. En honor a la verdad también hay que decir que es menos complicado elevar los ingresos tributarios que ser más eficiente en el gasto. Los ingresos tributarios se pueden incrementar por “piloto automático”, es decir cuando en determinadas coyunturas -que incluso pueden durar algunos años- resulta que suben los precios internacionales de los minerales entonces mejoran los ingresos de las empresas mineras de tal modo que se elevan los montos que pagan por concepto de impuestos. Desde luego, una mayor captación de ingresos tributarios también se puede deber a un mejor desempeño de la administración tributaria central (SUNAT) tal como lo demuestran los indicadores más recientes. Por tanto el crecimiento económico y una mejor labor administrativa pueden explicar un constante incremento de los ingresos tributarios en el Perú de los primeros años del siglo XXI.
Pero ¿Qué tenemos por el lado del gasto? Un Estado con seria debilidad institucional, es decir un Estado que no tiene la suficiente capacidad como para elevar de modo más rápido y significativo la calidad del gasto. ¿Por qué el Estado no demuestra importantes avances en la mejora del gasto? Existen muchos problemas en el proceso político que determina la toma de decisiones políticas tales como: a) falta de decisiones políticas al nivel de las más altas esferas de gobierno, b) el Estado no cuenta con los mejores ejecutivos, y c) existencia de intereses creados –dentro y fuera del propio Estado- para que se mantenga la ineficiencia en el gasto, etc.
En la medida que exista una mayor correspondencia entre el sacrificio fiscal (carga tributaria que priva al ciudadano de la satisfacción de ciertas necesidades) y el beneficio social (establecimiento de condiciones para la mejora de la calidad de vida de los ciudadanos) se genera un círculo virtuoso para las finanzas públicas. ¿Qué se puede hacer para mejorar la referida correspondencia? Lo primero es ser conscientes de la alta vinculación entre el ingreso y gasto. En este sentido se debe incorporar como paradigma en el Estado que una mejor calidad del gasto público es uno de los factores más eficientes para mantener e incrementar la recaudación tributaria. A la inversa una menor calidad en el gasto público alienta a la evasión e informalidad tributaria.
Ya sabemos que resulta muy difícil mejorar la calidad del gasto. Por otra parte es cierto que tampoco es recomendable no hacer el esfuerzo para elevar la eficiencia del gasto. Al respecto conviene tener presente que existen tres frentes para elevar la calidad del gasto público. En primer lugar se encuentra la sociedad. Los ciudadanos debemos interesarnos en la marcha del Estado para exigirle mejoras en la ejecución del gasto. Aquí resulta importante la participación de las fuerzas vivas: partidos políticos, instituciones gremiales, universidades, etc. En segundo lugar tenemos al propio Estado, especialmente a través de sus órganos de gobierno de nivel nacional, regional y local, para que mejoren su respuesta ante las necesidades sociales. En tercer lugar desde el frente internacional se puede advertir que el esfuerzo del Estado peruano por ingresar a la Organización para la Cooperación y Desarrollo Económico – OCDE lleva a que tenga que cumplir con ciertos estándares mínimos relativos a la calidad del gasto público.
Por otra parte, hay que tener cuidado en el necesario equilibrio que ya existe entre el ingreso tributario y el gasto público, especialmente ahora que vienen las campañas electorales para la presidencia de la república donde muchas veces los candidatos ofrecen el oro y el moro de forma irresponsable. Seducen mucho las propuestas que ofrecen una disminución de impuestos. El electorado que no reflexiona con profundidad simplemente siente que tendrá más dinero para sus gastos propios. ¿Cómo queda el financiamiento de los órganos de gobierno? En la medida que la presión tributaria ya está saturada, es decir que no hay espacio para crear más cargas tributarias o aumentar las existentes, lo más probable es que para los órganos de gobierno afectados habrá un deterioro aún mayor de la calidad del gasto o, en el extremo, algunos gastos específicos simplemente dejarán de existir.
Es más difícil una oferta electoral relativa al mejoramiento de la calidad del gasto público y, desde luego, resulta más complicado cumplir este ofrecimiento. En la medida que el candidato triunfante en las lides electorales goce de liderazgo y cuente con importante apoyo de significativos sectores de la sociedad, entonces en los primeros tiempos de su mandato presidencial debe realizar todas aquellas reformas del Estado que son necesarias para mejorar la calidad del gasto.
También hay que tener cuidado con aquellos candidatos que de modo irresponsable van a empezar a ofrecer obras y servicios estatales por doquier. ¿Cómo van a ser financiadas todas estas actividades estatales? Un electorado que no reflexiona con profundidad muy probablemente se sentirá atraído por estas propuestas sin advertir que el riesgo es que el nuevo gobernante de turno empiece a subir los impuestos. Por ejemplo, el actual gobierno ha disminuido el Impuesto a la Renta para las personas naturales y empresas, pero el nuevo gobierno podría restituir los antiguos niveles de imposición a la renta encontrando justificación en el hecho que ésta es la consecuencia de las propuestas electorales que han tenido respaldo en la votación popular.
En suma meditar sobre los ingresos y gastos fiscales es como reflexionar sobre la sangre en el cuerpo humano. Se trata de un tema vital para el Estado y la sociedad que siempre debemos tener presente a la hora de pensar sobre las limitaciones y posibilidades del fisco para mejorar nuestra calidad de vida.
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