Las estrategias para incorporar el Patrimonio Cultural Inmaterial y su salvaguardia en las políticas públicas de los Estados: El caso de Honduras

Sin lugar a dudas, el patrimonio cultural constituye la base sobre la que se asienta la identidad de un pueblo y su memoria social. Dentro de las diversas expresiones culturales patrimoniales, el patrimonio cultural inmaterial se caracteriza por su dinamismo y adaptabilidad, reflejando la condición misma de la cultura. La Convención para la Salvaguardia del Patrimonio Cultural Inmaterial (UNESCO 2003) ofrece la siguiente definición, amplia e inclusiva, de Patrimonio Cultural Inmaterial (PCI):

“Se entiende por “patrimonio cultural inmaterial” los usos, representaciones, expresiones, conocimientos y técnicas – junto con los instrumentos, objetos, artefactos y espacios culturales que les son inherentes – que las comunidades, los grupos y, en algunos casos, los individuos reconozcan como parte integrante de su patrimonio cultural. Este patrimonio cultural inmaterial, que se transmite de generación en generación, es recreado constantemente por las comunidades y grupos en función de su entorno, su interacción con la naturaleza y su historia, infundiéndoles un sentimiento de identidad y continuidad, y contribuyendo así a promover el respeto de la diversidad cultural y la creatividad humana. A los efectos de la presente Convención, se tendrá en cuenta únicamente el patrimonio cultural inmaterial que sea compatible con los instrumentos internacionales de derechos humanos existentes y con los imperativos de respeto mutuo entre comunidades, grupos e individuos y de desarrollo sostenible” (UNESCO 2003, artículo 1).

A modo de ilustración, la Convención presenta una lista no exhaustiva de ámbitos del PCI, en el párrafo 2 del artículo 2, que incluye:

(a) Tradiciones y expresiones orales, incluido el idioma como vehículo del patrimonio cultural inmaterial;

(b) artes del espectáculo;

(c) usos sociales, rituales y actos festivos;

(d) conocimientos y usos relacionados con la naturaleza y el universo; y

(e) técnicas artesanales tradicionales.

 Además de no ser exhaustiva, esta serie de ámbitos no debe entenderse de manera encapsulada o aisladamente en vista de que las expresiones culturales son flexibles, dinámicas y holísticas; parte de un conjunto integrado de elementos culturales materiales e inmateriales. Más allá de las categorías formales, la Convención del 2003 destaca al PCI como un patrimonio vivo, que se transmite de generación en generación, caracterizado por su cambio constante. El PCI tiene funciones importantes para las comunidades, los grupos y los individuos interesados, así como para la comprensión de la diversidad cultural y la creatividad humana. El patrimonio cultural es una construcción social que existe en cuanto lo reconocemos como significativo para nosotros, es por ello que la inscripción de elementos en la Lista Representativa del Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad , o los inventarios locales o nacionales se justifica, sobre todo, por el valor que tiene el PCI para las comunidades, los grupos y los individuos que usan y transmiten dicho patrimonio, según sus propias definiciones.

En virtud de la Convención del 2003 se entiende por comunidades, grupos e individuos interesados a aquellos que participan en el uso o la transmisión del elemento, o elementos, del patrimonio cultural inmaterial y lo reconocen como parte integrante de su patrimonio cultural.

La salvaguardia es la finalidad básica de dicha Convención, entendiéndose por esta “las medidas encaminadas a garantizar la viabilidad del patrimonio cultural inmaterial”, es decir, asegurar la promulgación, y transmisión sostenida del PCI al tiempo que se conserva su valor y función para las personas interesadas” (Convención 2003, artículo 2). La Convención propone diversas formas en que un Estado Parte puede cumplir su obligación de “adoptar las medidas necesarias” para garantizar la salvaguardia del PCI presente en su territorio (Convención 2003, artículos 11-15).

Entre las medidas de salvaguardia propuestas se encuentran las siguientes: identificar y definir el PCI presente en su territorio, y confeccionar uno o varios inventarios de estas expresiones patrimoniales intangibles. Asímismo, cada Estado Parte hará lo posible por: aprobar políticas generales; designar o crear uno o varios órganos competentes para la salvaguardia del PCI; fomentar estudios (“con miras a lograr la salvaguardia eficaz del patrimonio cultural inmaterial”); y adoptar las medidas apropiadas de orden jurídico, técnico, administrativo y financiero (Convención, artículo 13); garantizar el reconocimiento, el respeto y la valorización del PCI en la sociedad (Convención, artículo 14); y asegurar la participación de las comunidades en las actividades de salvaguardia y asociarlas con la gestión de su PCI (Convención, artículos 11(b), 15).

Es importante señalar el rol central y dinámico de las comunidades en la salvaguardia de su PCI, así como en el consentimiento de las mismas en cuanto a acciones de salvaguardia provenientes de iniciativas externas a ellas. En este sentido, la participación activa de las comunidades en la salvaguardia de su PCI es vital para el mantenimiento de la viabilidad de sus expresiones culturales inmateriales. La gestión del patrimonio cultural inmaterial y la propuesta de políticas estatales requieren de un acercamiento antropológico que dimensione y comprenda el papel de las comunidades en el ejercicio y toma de decisiones sobre su patrimonio. Las comunidades definen la significancia de su patrimonio cultural inmaterial.

Para abordar la relación entre Estado y comunidades en cuanto a la gestión del patrimonio cultural inmaterial en el caso de Honduras, me referiré a un elemento inscrito en la Lista Representativa del Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad: La Lengua, la danza y la música de los Garífunas. El elemento inscrito, en el 2008, en la Lista Representativa fue originalmente proclamada Obra Maestra del Patrimonio Oral e Inmaterial de la Humanidad en el 2001. Constituye una inscripción multinacional que incluye a Belice, Guatemala, Honduras y Nicaragua. De acuerdo a la descripción del elemento inscrito, las  comunidades Garífunas poseen una gran riqueza de úragas, relatos que se narraban durante las veladas o las grandes reuniones. Las melodías reúnen elementos africanos y amerindios, y los textos constituyen una verdadera reserva de la historia y el saber tradicional de los garífunas sobre el cultivo de la yuca, la pesca, la fabricación de canoas y la construcción de casas de barro cocido (bahareque), entre otras actividades. Hay, también, un fuerte componente satírico en las canciones que se cantan al ritmo de los tambores y se acompañan de bailes en los que participan los espectadores.

Un antecedente importante, visto desde Honduras, de la inscripción de la Lengua, la danza y la música de los Garífunas en la Lista Representativa fue la visibilización generada a partir de 1962 con la creación de la Organización Afro-Hondureña y el grupo de Danzas Garífunas.  A partir de 1972, se organizan una serie de Festivales Garífunas en la costa norte del país, los cuales permitieron que la danza y la música Garífuna se proyectasen en escenarios nacionales e internacionales. A partir de entonces, miembros de la comunidad Garífuna (Garínagu) se formaron en etnomusicología y folklore (en ese entonces, ese era el abordaje a las manifestaciones artísticas consideradas no-clásicas), así como en lingüística. El inventario y la documentación de las expresiones culturales propias inician a partir de la década de 1970 como una iniciativa desde las comunidades.

En ese contexto, surge el Ballet Nacional Folclórico Garífuna, el cual tuvo como gran virtud el posicionar la danza y música Garífuna en el país, y promover la creación de pequeñas organizaciones artísticas locales que empezaron a recrear y convertir en un arte escénico algunos de los elementos culturales de las comunidades Garífunas. Esto es muy importante, ya que las comunidades Garífunas (Garínagu) y las organizaciones artísticas entienden que se trata de dos dimensiones diferentes, en las que se manifiesta la danza y la música: el arte escénico por un lado, y la vivencia contextual de las expresiones culturales por el otro lado.

¿Cómo se gestiona este Patrimonio? 

El PCI se gestiona desde dos grandes escalas: la estatal y las comunidades involucradas.

  • Desde el Estado: marco jurídico e institucional

La Constitución de la República establece que toda “riqueza arqueológica, antropológica, histórica y artística de Honduras” forma parte del patrimonio cultural de la Nación. El Estado “preservará y estimulará las culturas nativas, así como las genuinas expresiones del folclore nacional, el arte popular y las artesanías” (artículos 172 y 173).

La Ley para la Protección del Patrimonio Cultural de la Nación establece que forman parte del patrimonio cultural de la nación las “manifestaciones culturales de los pueblos indígenas vivos, sus lenguas, sus tradiciones históricas, sus conocimientos, sus técnicas, sus formas de organización, sus sistemas de valores, sus prácticas religiosas y los lugares asociados a ellas” (artículo 2, numeral 9), así como las “manifestaciones culturales de origen vernáculo vivas que sean de interés antropológico e histórico, organizaciones y celebraciones religiosas, música y danza, los prototipos de la producción artesanal y del arte culinario, la tradición oral” (artículo 2, numeral 10).

Instituciones Centralizadas: Un hito importante en la gestión patrimonial es la creación de la Secretaría de Pueblos Indígenas y Afro-descendientes de Honduras (SEDINAFROH), en el 2010, la cual se ha pensado como la sistematizadora y ejecutora de las políticas culturales del PCI relacionadas con pueblos indígenas y afrodescendientes, entre otras, con el apoyo técnico de la Dirección de Cultura y el Instituto Hondureño de Antropología e Historia (IHAH).

  • Desde las Comunidades: vivencia y asociaciones de base

Por tratarse de un patrimonio vivo y con alta viabilidad, a esta escala, el PCI se salvaguarda mediante su uso y transmisión a través de organizaciones comunales, organizaciones artístico- culturales, familias extendidas, individuos, especialistas y portadores de tradición y conocimiento. Es a este nivel que se manifiesta una gran diversidad de actores involucrados en la gestión, uso, disfrute y transmisión del PCI.

¿Qué significa el elemento cultural /la inscripción en la Lista Representativa?

Para el Estado:

  • La inscripción en la Lista Representativa es utilizada como parte de la campaña de la promoción turística y la “marca país” (la cual incluye al único sitio cultural Patrimonio de la Humanidad de Honduras: El Sitio Maya de Copán).
  • Desde la creación de SEDINAFOH, se vuelve explicito el interés en desarrollar políticas culturales desde un enfoque de la diversidad cultural. Sin embargo, no existe una estrategia articulada desde el Estado para la implementación de medidas de salvaguarda del PCI.

Para las Comunidades:

  • Dimensión Pública (hacia afuera): Esta se manifiesta a través del ballet garífuna, espectáculos para turistas, participación en festivales, etc. La inscripción le otorga un sello de calidad y reconocimiento internacional a la expresión cultural vista como espectáculo artístico.
  • Dimensión Privada (hacia adentro): Esta se manifiesta a través de celebraciones comunales y celebraciones familiares. La lengua, la música y la danza son elementos completamente integrados en el tejido social, y cultural de las comunidades. En esta dimensión, la inscripción en la Lista Representativa es secundaria; no se aborda de manera explícita como motor de la salvaguardia o transmisión.

Medidas de Salvaguardia

Desde el Estado:

  • Acompañamiento en la gestión de fondos para desarrollar festivales y reuniones de las organizaciones artísticas, fortalecimiento de políticas de educación bilingüe intercultural.

Desde las Comunidades:

  • Elaboración de inventarios (de la gastronomía e instrumentos musicales asociados a la danza y la música).
  • Elaboración de diccionarios.
  • Transmisión de conocimientos sobre la elaboración de instrumentos musicales, cantos, danzas, etc.

Amenazas al Patrimonio Cultural Inmaterial

Aunque la danza y la música de los Garífunas constituyen elementos dinámicos, y se trata de expresiones culturales viables (su uso y transmisión no se encuentran en riesgo), algunas situaciones constituyen amenazas a la expresión:

  • Apropiación indebida del PCI: La música garífuna ha sido comercializada sin el permiso de las comunidades y sin un beneficio económico directo para las mismas, debido a la falta de regulación sobre derechos de Propiedad Intelectual Colectivos o Comunales.
  • Turismo no responsable/sustentable: Considerando que uno de los efectos más notables de la inscripción de elementos en la Lista Representativa de Patrimonio Mundial es el incremento de turismo a los lugares asociados con los elementos del patrimonio cultural inmaterial, la descontextualización, fosilización, y representación inadecuada del PCI y sus comunidades constituyen amenazas que deben tomarse en cuenta en la gestión de las medidas de salvaguarda. Por otro lado, algunas iniciativas turísticas han provocado la pérdida de tierras de parte de comunidades Garífunas al ser vendidas a grandes proyectos de infraestructura. La pérdida de tierras amenaza la viabilidad de las expresiones culturales inmateriales de las comunidades en cuanto aquellas se encuentran asociadas a la materialidad: al territorio y sus recursos, a los espacios culturales.

Conclusiones

Las estrategias para la incorporación del Patrimonio Cultural Inmaterial, y sus medidas de  salvaguardia, en las políticas públicas, deben partir del reconocimiento de la multi-dimensionalidad del patrimonio cultural, de la cultura. Lara Pinto (2007:55) señala la importancia de entender la cultura, y su inserción en las políticas públicas, desde varios niveles, los cuales también son aplicables a otros sectores, a saber: cultura material, cultura como saber tradicional, cultura como instituciones y organización social, cultura como visión del mundo, y cultura como prácticas comunicativas. Es, por ello, que la gestión patrimonial integral requiere de la comprensión tanto del espacio físico en donde se expresa el patrimonio inmaterial como de las comunidades interesadas en su salvaguardia. Por lo tanto, la salvaguardia del Patrimonio Cultural Inmaterial requiere de la gestión del espacio cultural o contexto donde este se desarrolla.

La salvaguarda del patrimonio cultural inmaterial difícilmente puede ser abordada sin conocer y analizar la dinámica social y contexto cultural en que este se desenvuelve. Las falsas dicotomías, tales como material-inmaterial y cultural-natural, deben dar paso al reconocimiento de una realidad integrada y no fragmentada o aislada. Una visión holística de la relación entre las comunidades y su entorno permite la formulación de políticas públicas que incorporen lecturas ambientales, sociales, políticas, económicas e ideológicas del contexto, fortaleciendo la salvaguardia del PCI. La integración de diversas políticas públicas (educación, salud, turismo, ordenamiento territorial cultura, etc.) favorece la sostenibilidad de las mismas y de los elementos que busca gestionar.


(*) Fuente de imagen: La Tribuna.

Bibliografía

  1. González, N. (2008) Peregrinos del Caribe: etnogénesis y etnohistoria de los garífunas. Tegucigalpa, Honduras: Editorial Guaymuras.
  2. IHAH (2010) Ley para la Protección del Patrimonio Cultural de la Nación Decreto Legislativo 220-97. Tegucigalpa, Honduras.
  3. Lara Pinto, G. (2007)  Diversidad Cultural e Interculturalidad en Honduras. Coloquio: Políticas culturales e identidad nacional. Tegucigalpa, Honduras: MIN.
  4. López García, V.V. y López M. (2010) Laníchigu Garífuna: La Cultura Garífuna. Honduras: Impresos Rápidos Ariel.
  5. Martínez Ordóñez, E.L. (2014) Legado de Mujeres. Patrimonio Cultural Inmaterial en América Latina y El Caribe, Revista Cultura y Desarrollo No. 12. La Habana, Cuba.
  6. Mejía, M.H. (2007) Las políticas culturales: análisis y perspectivas para su desarrollo. Coloquio: Políticas culturales e identidad nacional. Tegucigalpa, Honduras: MIN.
  7. UNESCO (2003) Convención para la Salvaguarda del Patrimonio Cultural Inmaterial.
  8. UNESCO (2011) Textos Fundamentales de la Convención para la Salvaguardia del Patrimonio Cultural Inmaterial de 2003.
Eva Lilia Martínez Ordóñez
Eva Lilia Martínez Ordóñez, Doctora en Antropología con especialidad en Arqueología por la University of Pittsburgh. Es docente en el Departamento de Antropología de la Universidad Nacional Autónoma de Honduras (UNAH). Sus temas de interés incluyen los estudios sobre procesos de organización y complejidad social en la antigüedad; patrones de asentamiento en el período prehispánico con un abordaje multiescalar; producción, distribución y consumo de cerámica en los períodos prehispánico, colonial y republicano; arqueología pública y comunitaria; y gestión del patrimonio cultural material e inmaterial. Ha laborado como Directora de Patrimonio del Instituto Hondureño de Antropología e Historia. Cuenta con una certificación de UNESCO como facilitadora parte de la red de especialistas en la Convención para la Salvaguardia del Patrimonio Cultural Inmaterial, plataforma desde la cual ha impartido talleres de formación sobre la aplicación de la Convención del 2003 en Honduras, Guatemala, St. Martin y Curazao. Forma parte del Comité Editorial de la International Journal of Intangible Heritage -IJIH- (Revista Internacional de Patrimonio Intangible). Fotografía: Cortesía de CRESPIAL. Taller “Prestación de servicios de asesoramiento para la elaboración de políticas en el ámbito del patrimonio cultural inmaterial”. UNESCO, CRESPIAL. Lima, Perú. Octubre 2016.